Mi impresión de Uzbekistán parte II: la sociedad

8 Sep

En este segundo artículo sobre nuestro reciente viaje a Uzbekistán, voy a hablar de mi impresión de la sociedad uzbeka. Por supuesto, solo estuvimos un poco más de una semana en el país, y mi conocimiento es muy superficial. Sin embargo, creo que sigue mereciendo la pena compartirla.

La demografía

Uzbekistán es el país más poblado de Asia Central, con más de 32 millones de habitantes. Debido a la alta tasa de natalidad, un tercio de la población tiene menos de 14 años.

Étnicamente, 80% de la población son uzbekos, con los tayikos como la minoría más numerosa, a 10%, concentrados en ciudades como Samarcanda, Bujara y Jiva, donde constituyen la mayoría de la población urbana.

¿Cual es la diferencia entre los dos grupos étnicos?

Los uzbekos hablan un idioma de la familia turca, que se entiende con la lengua de los kazajos, kirguizos, turcomanos y los turcos de Turquía. Físicamente, tienen más rasgos de Asia Oriental, como los ojos rasgados y pómulos sobresalientes, pero se distinguen de chinos y japoneses en que suelen tener el tabique muy prominente. Aquí es una foto de nuestro guía de Tashkent con su familia, de etnia uzbeka.

Los tayikos, en cambio, hablan un idioma de la familia iraní, que se entienden con el persa. Físicamente, tienden a tener rasgos propios del Oriente Medio e India. Esta vendedora del mercado de Samarcanda es un ejemplo.

En ciudades de mayoría tayika como Samarcando y Bujara, la gran mayoría de la población es bilingüe en ambos idiomas, y también hablan el ruso como lengua internacional.

Aunque los dos grupos llevan varios siglos de convivencia, matrimonios interétnicos son aún escasos, porque más de la mitad de los matrimonios son concertados. La gente tiende a casarse muy joven, y tener hijos enseguida.

El comportamiento social

Lo que más me ha impresionado del país nada más de llegar, es el orden. Los conductores suelen obedecer las señales de tráfico, parando en cruces de peatones en una carretera de 4 carriles. Por el suelo no suele ver nada de basura. Y por la calle no se ve ningún borracho, drogadicto, indigente, o pandillas de chavales gamberros. En total, da una sensación de seguridad total, de que una mujer puede viajar sola por el país sin preocuparse nunca del acoso.

Contrario a los persas, que tienden a ser alegres y hospitalarios, la mayoría de los uzbekos son de carácter reservado y poco expresivos. Solo sonríen o se ríen cuando tienen un buen motivo. Y hablan bastante bajo. Pero son muy educados, aunque a veces secos.

Desde mi experiencia, los más abiertos son los adolescentes, que en algunas ocasiones se han acercado a nosotros para salir en las mismas fotos. Quizás es por la curiosidad de conocer al mundo exterior.

En general, al menos durante el verano, la gente suele pasar bastante tiempo en la calle para divertirse: a pasear, a charlar en un banco, o a jugar a ping-pong. Distinto a España, no hay cultura de ir a terrazas o bares, así que la gente se divierte en los parques y las aceras. No conozco cómo será la vida social durante el invierno porque según me cuenta, suele hacer 10 grados bajo cero.

Un entretenimiento muy popular son los teatros de títeres. Y visitamos una tienda especializada en vender marionetas. Para entretener a los españoles, hicieron hasta muñecos de José María Aznar y Miguel Ángel Revilla.

La situación de la mujer

Antes de 1920, los uzbekos practicaban una estricta separación de sexos, y cualquier mujer mayor de 13 años solo podía salir de casa cubierta de cabeza a pies bajo una burqa, mostrada en la imagen abajo.

Tras la revolución rusa, los bolcheviques prohibieron el burqa, obligaron a tanto niños como niñas a estudiar en colegios, y a las mujeres a trabajar. El lado oscuro del legado es que mandaron a muchas mujeres a recoger el algodón, y muchas perecieron por no aguantar las duras condiciones de trabajo, o desarrollaron enfermedades provocadas por las pesticidas.

A día de hoy, las mujeres son muy visibles en la vida pública. Llevan tiendas, puestos de mercado y ocupan la mayoría de los puestos de cara a público. Pero según nos contaron varios guías, la libertad sexual aún tiene mucho que desear. No está bien visto mantener relaciones sexuales antes de matrimonio, y el divorcio es aún un tabú, más cuando es la mujer que lo solicita. Por la calle, 1/3 de las mujeres llevan el velo. Pero las que no, suelen llevar ropa holgada para ocultar los contornos de su cuerpo, como un vestido largo, o una camisa ancha abrochada hasta el cuello.

La economía

Tradicionalmente, el sector fuerte de la economía uzbeka era la agricultura. A pesar de tener un clima desértico, los ríos que atraviesan la parte occidental del país, el Valle de Fergana, aportan irrigación para poder cultivar una gran variedad de alimentos, desde arroz, legumbres, zanahorias hasta fruta como melón, sandía y uvas. Pero el producto estrella es el algodón.

La historia oscura del algodón es que cultivarlo a nivel industrial, necesitaba mucha agua, por eso desviaba el río Syra Darya para alimentar a los cultivos. Como consecuencia, el río ya no llegaba a Mar Aral, antiguamente el cuarto lago más grande del mundo. Y desde los años 60 del siglo pasado, empezó a secarse. A día de hoy, solo queda un 10% de la superficie. Es uno de los mayores desastres ecológicos provocados por el hombre.

En la actualidad, el sector que más crece es el turismo. Y se nota que muchas ciudades están invirtiendo mucho en la infraestructura turística. En 2022, la mayor parte del turismo aún es interno, de uzbekos de viajando por su propio país. Pero cada año llegan más turistas extranjeros.

También nos hemos dado cuenta de que hay muchos proyectos de construcción en la ciudad, tanto de viviendas y locales de comercio nuevos como en el mantenimiento de las aceras, las carreteras y los edificios viejos. Nos preguntamos si se trata de una burbuja inmobiliaria. Pero dado que la población es joven y rápidamente creciendo, con una posible migración masiva del campo a la ciudad, quizás las construcciones sean necesarias.

Otra cosa que me he dado cuenta es que hay un montón de niños trabajando. No solo en el mercado ayudando a sus padres atender el puesto o cargar la mercancía, sino también en obras de construcción. No sé cual es la edad mínima de trabajar. O quizás los adolescentes aparentan más pequeños con la misma edad.

En general, los uzbekos desconfían de su propia moneda, gracias a la mega-inflación durante los años 90. Muchos tienen la mayoría de sus ahorros guardados en casa, en vez de en un banco, en billetes de euros o dólares americanos.

Comer y beber

El plato nacional de Uzbekistán es el “plof”: hecho a base de arroz, con legumbres, zanahoria y tiras de ternera. También se comen muchos “kebabs”, que es lo que nosotros llamamos “pinchos morunos”.

También disponen de muchos platos de pasta y de empanadas, tanto al vapor como frito.

Como musulmanes, la mayoría de los uzbekos no beben alcohol. Pero el país sí que producen vino y cerveza. Y el vino de Samarcanda tiene renombre. El alcohol solo se sirve en restaurantes y tiendas con licencias especiales, aunque en ciudades muy turísticas como Jiva y Bujara, se lo encuentra en cada vez más sitios.

Las porciones, tanto de bebida como de comida, suelen ser generosas. La cerveza no se sirve en ninguna unidad menor de medio litro. Y una vez cuando pedí un zumo en un bar, me trajo un bote del litro de zumo, en vez de un vaso.

El transporte público

En Tashkent hemos movido en metro. Y entre Tashkent, Samarcanda, Bujara y jiva hemos movido en tren. En los primeros 2 trayectorias cogimos una vía de alta velocidad. En el último uno tren más estándar. En total, tanto el uno como el otro funciona bastante bien. Y las estaciones de ferrocarril también suelen tener todos los servicios modernos.

Impresión general

Mi impresión general del país y su gente es muy positiva.  Es un país agradable, seguro, limpio y ordenado, donde la gente suele ser muy honesta. Pero también se percibe que es un país en el medio de una profunda transformación. Mi visión del país es una foto de 2022. Seguro que en 2030, la situación será muy distinta, igual que en 2012.

Solo espero que ciudades como Samarcanda y Bujara no expulsen a sus residentes humildes del centro de la ciudad demasiado pronto, y que puedan seguir disfrutando de las vistas señoriales de las mezquitas, mausoleos, palacios y madrasas durante muchos más años, igual que los turistas.

Mi impresión de Uzbekistán: parte I – las ciudades

6 Sep

De finales de agosto a principios de Septiembre, hemos realizado un viaje a Uzbekistán.

Es un país poco conocido en el occidente, situado en Asia Central, rodeado de otros países cuyo nombre termina como -stan: Afganistán, Tayikistán, Kirguistán, Kazajistán y Turkmenistán. En la actualidad, es el único país de la región que ha desarrollado el turismo, gracias a la herencia de las ciudades que ocupaban puntos estratégicos en la Ruta de la Seda. Hemos entrado en el aeropuerto de la Capital Tashkent, y de ahí hemos viajado en tren a visitar otras 3 de las ciudades más emblemáticas: Samarcanda, Bujara y Jiva.

Tashkent – la capital

De primeras, Tashkent me decepcionó un poco, porque dado que esta ciudad fue fundada en el siglo III a.c., esperaba ver un caso antiguo lleno de callejuelas y monumentos centenarios. Sin embargo, lo que veía eran avenidas anchas de 4 carriles en cada dirección, dividiendo manzanas de edificios cuadrados del siglo XX, muchos de ellos parecen ministerios u organismos estatales.

Resulta que la ciudad ha sufrido varias transformaciones. La primera destrucción total de la ciudad sucedió en el siglo XIII con la conquista mongol, pero posteriormente fue reconstruida por las dinastías descendientes de Gengis Khan tras convertirse al Islam. A principios de siglo XIX fue la ciudad más rica de Asia Central, con un foso que rodeaba la ciudad y una muralla de 12 puertas. Cuando el imperio ruso lo conquistó en el año 1865, construyeron la parte nueva de la ciudad con el diseño urbanístico ruso de avenidas anchas y manzanas cuadradas. En 1966 un terremoto destruyó todo el casco antiguo, y las autoridades soviéticas lo reconstruyeron obedeciendo el plano urbanístico de la parte rusa, ignorando el plano callejero original.

A día de hoy, es una ciudad diseñada principalmente para coches más que para peatones. Sin embargo, hay muchos parques y plazas que dan sentido de amplitud, pero todo con un diseño algo brutalista, estéril, que le falta un toque humano.

Étnicamente, la gran mayoría de la población de la ciudad es uzbeka, en la que un porcentaje significativo trabaja para el sector público. Durante la época soviética, los rusos formaban un porcentaje importante. A día de hoy, son una minoría menor de 15%.

Esta foto abajo es de mí posando delante del monumento de la reconstrucción de la ciudad tras el terremoto.

La reconstrucción de la ciudad también incluyó un ambicioso sistema de metro. A día de hoy, millones de ciudadanos lo cogen al diario para desplazarse por la ciudad. Es una de las redes de transportes más eficientes de todos los países de la antigua URSS.

Mi parte favorita de la ciudad es sin duda el mercado. Se sitúa dentro de una estructura de brutalismo soviético, y se divide en secciones donde venden especies, fruta, verduras, carne, pan, arroz, perfumes y muebles, con una actividad bulliciosa.

Otra cosa que me ha impresionado de Tashkent es la escasez de calles comerciales por el centro urbano, donde casi todos los edificios son oficinas del gobierno, hoteles o museos. La mayoría de las tiendas están situadas en kioskos o en centros comerciales. Pero calles como la Gran Vía de Madrid o Oxford Street en Londres no existen. Uno de los centros de entretenimiento es una calle peatonal que los lugareños llaman «Broadway», que en realidad, son un par de manzanas de kioskos.

Samarcanda – la ciudad de Tamerlane

A dos horas de viaje en tren de alta velocidad desde Tashkent, está Samarcanda.

Distinto a Samarcanda, en la ciudad aún se conservan varios monumentos históricos, y un casco antiguo de callejuelas estrechas, tanto como los barrios nuevos levantados por la colonización rusa del siglo XIX. Entre los monumentos históricos, destacan el registán, el mausoleo de Amir Timur (Tamerlane), el Necrópolis Shah-i-Zinda, y la Mezquita de Bibi Khanum, la mayoría se construyeron entre el siglo XIV y XVII.

Históricamente, el personaje Amir Timur (Tamerlane en otras culturas) era considerado un héroe de la ciudad. Aunque no había nacido en Samarcanda, la utilizó como la base para construir un extenso imperio que extendía desde Asia Menor y el Oriente Medio hasta el norte de India durante el siglo XIV. Tuvo 18 mujeres, y Bibi Khanum, en cuyo nombre se levantó la famosa mezquita, era su favorita.

En comparación con Tashkent, Samarcanda está mucho más orientado para el turismo, donde entre la mezquita de Bibi Khanum y el Registán, se ha peatonalizado una calle, donde están ubicados numerosos hoteles, tiendas de souvenirs y restaurantes. Pero justo detrás de la calle peatonalizada, se encuentran las callejuelas del casco antiguo donde residen los vecinos de toda la vida residen en casas bajas. Por la noche no se encuentra bien iluminados. Y a algunos vecinos les molesta la presencia de turistas. La primera noche que adentramos en una callejuela, un señor nos dijo «tupig», «tupig» de mala gana. No entendíamos lo que quería decir, pero suponíamos que significa «vete de aquí».

Al lado de la mezquita de Bibi Khanum también se encuentra el mercado más grande de la ciudad, donde se venden todos tipos de productos, divididos en secciones, frecuentado tanto por residentes locales como por turistas.

Como en Tashkent, los barrios más modernos de la ciudad tienen un trazado rectilínea, divididos entre avenidas anchas de varios carriles, donde abundan parques y edificios cuadrados. Durante el siglo XX, la ciudad tenía una población cosmopolita de rusos, ucranianos, polacos, coreanos, que convivían con los tayikos y uzbekos autóctonos. Después de la disolución de la URSS, la mayoría de las minorías nacionales se habían marchado, y 70% de la población de la ciudad es de etnia tayika y el resto uzbekos. Sin embargo, una pequeña minoría de rusos aún permanecen en la ciudad, y tuvimos la suerte de irrumpir en su misa de domingo en una iglesia ortodoxa del antiguo barrio ruso.

A día de hoy, el antiguo barrio ruso es un barrio acomodado donde residen uzbekos y tayikos de clase media alta y de costumbres occidentalizadas. Se ven comercios de ropa de marca, tiendas de licores, chicas en vaqueros ajustados y hombres con barbas de hipster. Hasta hay cafeterías con wifi donde teletrabajan autónomos, igual que en Starbucks. Comimos en el Restaurante Samarcanda, uno de los que tienen mayor renombre, y de gastronomía rusa.

Bujara – la ciudad de los estanques y las madrasas

A una hora y media de viaje de tren de Samarcanda, está Bujara, una de las estaciones más importantes en la antigua ruta de la seda. Antes de la conquista rusa, era capital de un poderoso reino del Emirato de Bujara. Tras la anexión de Rusia, el emir seguía gobernando sobre sus sujetos con la misma autoridad, excepto que tenía que reconocer el poder del emperador ruso como encima del suyo.

El mayor cambio en la vida de los habitantes sucedió tras la revolución rusa, cuando los bolcheviques destruyeron 2/3 del casco antiguo, a decenas de mezquitas y madrasas y más de la mitad de la ciudadela del emir. Pero a día de hoy, el ayuntamiento ha realizado una gran inversión en conservar los monumentos históricos que quedan, y peatonalizar todo el casco antiguo.

Entre los monumentos históricos más antiguos, está un canal del siglo XII que sigue en uso. Antes de 1920, en la ciudad había más de cien estanques, ahora solo quedan 5.

La mayoría de los monumentos son posteriores del siglo XVII, cuando la ruta de la seda ya estaba en decadencia, sustituida por las rutas marítimas. Sin embargo, la ciudad reinventó su economía en el negocio de la educación, fundando cientos de escuelas religiosas conocidas como madrasas, desde el nivel de educación primaria hasta la universidad. Ahí estudiaban hijos de familias importantes de todo el mundo islámico. Una de las madrasas siguen funcionando como escuela en la actualidad.

Como en Samarcanda, la gran mayoría de la población de la Bujara es de etnia tayika, con una minoría uzbeka. También conviven chiítas y suníes. Pero históricamente, una de las poblaciones más famosas de la ciudad eran los judíos, cuya presencia cuenta desde el siglo XII. Sin embargo, no fue hasta el siglo XVII que construyeron la primera sinagoga. Anteriormente, los judíos rezaban en una de las mezquitas, que afortunadamente sigue en pie.

Antes de la caída de la URSS, en la ciudad vivían 20,000 judíos. Desde entonces, la gran mayoría han emigrado, sobre todo al distrito de Queens de la ciudad de Nueva York, donde los judíos de Bujara y sus descendientes han fundado una comunidad de 50,000 individuos. A día de hoy, la comunidad judía en Bujara solo cuenta con 200 personas, una sinagoga, y un colegio, situados en la antigua judería. Visitamos a ambas instituciones.

Por la noche, las calles de la ciudad están bastante animadas, tanto por autóctonos como por turistas. Aquí incluyo unas fotos, y una de mí posando delante de la excavación de un balneario del siglo XVII.

Jiva – la ciudad amurallada

De Bujara a Jiva cogimos un tren soviético que tardó 6 horas en llegar. La mayor parte de la travesía era un paisaje desierto hostil y monótono que da la impresión de que si te abandonan ahí, en pocas horas te mueres. Pero a una hora de Jiva, el paisaje empezó a volverse más verde, gracias a varios ríos que atravesaban el territorio.

Jiva no es una ciudad grande, pero es la que tiene el casco antiguo mejor conservado, que está rodeado por 2 círculos de murallas. La muralla interior fue construida en el siglo X, y protege una área de 37,5 hectáreas. La muralla exterior fue construido en el siglo XIX para defenderse contra la invasión rusa, que a día de hoy poca se queda.

Dentro de la ciudad vieja hay unos 50 monumentos históricos, la mayoría construidos durante los siglos XVIII y XIX como mezquitas y madrasas. Desde la época soviética, el gobierno regional ya tuvo la intención de convertirlo en un museo y complejo turístico. En 1920, había 80,000 personas viviendo ahí. Ahora solo quedan 2000.

Aquí incluyo algunas fotos.

Entre todas las ciudades que hemos visitado en este viaje, Jiva ha sido sin duda la más pintoresca, y con diferencia, pero desde mi punto de vista, Bujara y Samarcanda me han parecido mucho más interesantes, porque dentro del casco antiguo aún residen muchos vecinos de toda la vida, y hay comercios orientados tanto una clientela local como a turistas. Sin embargo, Jiva ya es más un parque temático de turismo que una ciudad viva.

El trastorno de estrés postraumático: guerras antiguas vs modernas

15 Abr

En todas las guerras a partir del siglo XX, muchos soldados vuelven con el trastorno de estrés postraumático. En los casos más extremos, los veteranos viven tan atormentados por los recuerdos negativos, los ataques de pánico, la pérdida de memoria, el insomnio y los reflejos violentos que se vuelven incapaces de tener un trabajo o relacionarse con sus familiares y amigos con normalidad. Muchas veces, me he preguntado si este fenómeno es solamente una consecuencia de la guerra moderna, ¿o siempre ha existido? ¿Y ocurría con la misma frecuencia cuando luchaban con lanzas y flechas que con la artillería moderna?

Historia de TEPT

La primera vez que hablaba de los traumas psicológicos de combate fue durante la Primera Guerra Mundial, denominado shell-shock en inglés, que literalmente se traduce al «susto de bombardeo». Porque muchos soldados, al regresar del campo de batalla, al oír cualquier ruido fuerte, sufrían un ataque de pánico porque lo confundían con una explosión. Había médicos y psicológicos especializados en tratarlo, en parte para ayudar a los soldados invalidados superar el trauma y enviarlos de vuelta al combate.

Durante la Segunda Guerra Mundial y los conflictos posteriores, se dieron cuenta de que el estrés no sólo fue causado por los bombardeos pero por el combate en sí. De ahí surgió el término del «trastorno de estrés postraumático» TEPT. Se estimaba que 10% de los veteranos estadounidenses de la Segunda Guerra Mundial lo sufrían. Y en la guerra de Vietnam, la tasa se elevaba a hasta 40%. Y muchos lo siguen sufriendo 5 décadas después.

Dado que durante las décadas anteriores a la Primera Guerra Mundial ya habían varios enfrentamientos bélicos entre grandes potencias, y en ninguna había mencionado esta condición, ¿qué tenía de nuevo, o diferente, de la Primera Guerra Mundial respecto a los conflictos anteriores? ¿O es que antes simplemente no hablaban del tema porque era tabú?

Fuentes clásicas

Fuentes griegas ya mencionaron que vivir experiencias traumáticas podía provocar enfermedades mentales, pero no hablaron de cuáles eran las experiencias causantes más comunes. El único registro de algo parecido a TEPT a causa de la guerra fue mencionado por Heródoto, y se atribuía al soldado ateniense Epizelus, que se volvió ciego mientras combatía en primera línea de la falange en la batalla de Maratón, sin haber recibido ninguna herida a los ojos. Es cierto que el estrés extremo puede causar la ceguera temporal, pero el caso de Epizelus puede ser más bien metafórico, de haberse quedado inválido tanto para combatir como para llevar una vida normal con plenas facultades, por las heridas psicológicas.

Durante el imperio romano, en la compra-venta de esclavos, el vendedor tenía la obligación de declarar si el esclavo padecía alguna de las siguientes condiciones: si estaba embarazada, si alguna vez había intentado suicidarse, o si alguna vez había sido atacado por una fiera salvaje, como un lobo u oso. Sin embargo, no tenía que declarar si el esclavo había estado en una guerra. Dado que muchos esclavos fueron capturados en batalla, un porcentaje considerable tenía que haber vivido la experiencia traumática de combate, derrota y cautividad. Pero los romanos obviamente no lo consideraban un impedimento para realizar las tareas de esclavo. O mejor decir, el trauma psicológico causado por la guerra era considerado menos grave de lo provocado por el ataque de una fiera.

Fuentes literarias

Otra fuente que ha hablado de los traumas de la Primera Guerra Mundial en comparación con las contiendas anteriores es la novela «El Don Apacible» de Mijail Sholokov. Aunque es una obra de ficción, dado que el autor había vivido cerca de la época y participado en la guerra civil rusa, puede tener algún elemento de verdad.

La novela narra la vida de una familia de cosacos que vivían en la estepa de la orilla del río Don entre el año 1912 y el fin de la guerra civil rusa. Los cosacos era un pueblo guerrero que pasaban toda la vida entrenados para el combate, haciendo escaramuzas con los pueblos fronterizos de la estepa y el Cáucaso, pero siempre montados a caballo y armados con lanza, sable y escopeta.

Cuando estallaron la Primera Guerra Mundial, al escuchar el estallo de las bombas, el traqueteo de la ametralladora, y el ruido de la aviación, muchos cosacos sentían el pánico por primera vez, incluido algunos veteranos que habían pasado toda la vida luchando a lomo de caballo. Además, percibían ese modo de combate como algo cobarde y poco caballeroso, porque según su ética de casta guerrera, los verdaderos soldados siempre se enfrentaban cara a cara, mirando al enemigo a los ojos, en vez de disparar indiscriminadamente desde una distancia, fuera del alcance de la vista.

La guerra antigua vs la guerra moderna

La guerra siempre ha sido, y será, una experiencia estresante, porque se trata de una situación en que si no matas al enemigo enfrente, te matarán, y de ver a tus amigos caer muertos delante de ti, o sufrir heridas espantosas. Sin embargo, existe una diferencia psicológica fundamental entre las batallas en que se luchaban con armas blancas o mosquetes de corta distancia, y las batallas en que se luchaban con tanques, misiles, fusiles automáticos, aviación, artillería de larga distancia.

Primero, cuando luchaban con lanzas, flechas y escudos, la mayoría de los soldados de infantería se colocaban en formación cerrada, hombro con hombro. La caballería también hacía las cargas y retiradas en grupo. Esta cercanía física con tus compañeros podría darte un cierto sentido de protección: que no estás enfrentando a la situación solo, que tus compañeros siempre están ahí para cubrirte. En la guerra moderna, para no convertirse en un blanco obvio, soldados de la misma unidad tienden a repartirse con más distancia en el medio, que durante un tiroteo, podría dar mayor sensación de soledad. Esta diferencia de cercanía física, aparentemente trivial, podría provocar un efecto psicológico de gran diferencia a la hora de enfrentarse a una situación de alto estrés.

Segundo, cuando luchaban con armas blancas, podías ver con mayor claridad de dónde venía cada golpe, estocada o flecha, y defenderte a tiempo. Y dado que las armas eran de corta distancia y los desplazamientos eran lentos, una vez alejado de la línea del frente, ya estabas en relativa seguridad. Pero en la guerra industrial, no ves por dónde vienen la mayoría de los disparos, bombas, misiles y granadas. La aviación, los misiles, y la artillería de larga distancia podría alcanzar hasta cientos de kilómetros de distancia, así que en ningún lugar estás totalmente seguro. Es decir, en la guerra moderna, tienes menos control sobre tu propio destino. La vida y muerte depende mucho más del azar, que de tu técnica de combate.

Tercero, el ruido. La guerra moderna está llena del ruido de explosiones y disparos, con unos decibelios tan altos que el oído humano no ha evolucionado para adaptarse, acompañados con terremotos, incendios, humos de polvo y el derrumbe de estructuras. Y cuando más tiempo te expones a ese ruido, calor y olor, más se segregan las hormonas del estrés en tu cuerpo. Según un estudio psicológico, 98% de personas que se exponen a constantes bombardeos y tiroteos al diario perderían la cabeza en 60 días.

Cuarto, la duración. Las batallas en la época preindustrial solían durar una cuestión de horas, o como mucho un día. En la guerra moderna, cada batalla puede durar días, y a veces semanas o meses, donde los combatientes están sujetos al constante estrés, con la sensación de que el conflicto es interminable. Por esa misma razón, soldados actuales tienen a sufrir más la falta de sueño, porque tienen que estar constantemente preparados para combatir mientras dura la batalla.

Quinto, hasta el siglo XX, la sociedad era en general, mucho más violenta. Dado que la mortalidad infantil era altísima, la mayoría de los adultos ya habrían visto la muerte de muchos hermanos y amigos de la infancia. El sacrificio de animales se hacían de vista al público, tanto como la ejecución de criminales. Y era mucho más normalizado, o socialmente aceptable, resolver conflictos personales con puñetazos y navajazos. Las personas criadas en entornos violentos estarían menos afectadas por experiencias violentas como la guerra. En cambio, a partir del siglo XX, la gente está expuesta a mucho menos violencia a nivel diario, y tiene que romper más tabús en caso de ir a la guerra.

(soldados antes, durante y después de la guerra de Afganistán)

Tomando esos cinco factores en cuenta, podríamos concluir que la guerra moderna es una experiencia mucho más larga, ruidosa, solitaria, donde cada participante sufre la falta crónica de sueño y se siente menos en control de su destino, mientras en la vida cotidiana está mucho menos acostumbrado a la violencia, así que el nivel de estrés psicológico que sufre sería mucho mayor. Y dado que la Primera Guerra Mundial fue la primera contienda en que se lucharon con armas industriales de alta potencia como tanques, ametralladoras, mortero, cazas de combate, minas y gases venenosos, también fue la primera vez cuando se registró una alta tasa TEPT entre los combatientes.

Pero tanto en la antigüedad como en la actualidad, la guerra siempre ha sido una experiencia que transforma vidas. Los que vuelven de la guerra nunca serán los mismos que los que se fueron. Regresando de campañas militares largas, muchos soldados no podían adaptarse a la vida civil, y tenían que buscar otra guerra para ir. Por eso la guerra solía fomentar más guerras.

Mujeres en la cárcel en la cultura popular

4 Abr

En la vida real, los varones cometen la inmensa mayoría de los delitos. Y en el sistema penitenciario, las mujeres suelen representar entre 1% y 10% de la población reclusa. Sin embargo, la vida de mujeres en la cárcel siempre ha despertado una cierta curiosidad, o morbo, entre determinados sectores de la población. Y hay novelas, series y películas que tratan del tema.

Como cualquier obra de ficción, el retrato de mujeres en la cárcel en la cultura popular suele tener poco que ver con la realidad, sino es fruto de la imaginación de los guionistas. La típica protagonista suele ser una chica inocente injustamente acusada de un crimen, o una mujer clase mediana que comete un delito bajo un ataque de ira, y entra en el mundo carcelario donde no pertenece. Entre los personajes secundarios casi siempre hay un guardia corrupto que abusa de las reclusas, una lesbiana machorra, y una banda de presas violentas que dominan el patio de la prisión. Pero a parte de esos elementos en común, las series y películas pueden pertenecer a diversos géneros, desde la pornografía hasta telenovelas, thrillers y comedias.

Los inicios: «Enjauladas» de 1950

Una de las primeras películas ambientadas en una cárcel de mujeres se rodó en 1950, con el titulo de Caged (Enjauladas). Narra la historia de una chica de 19 años, que al acompañar a su novio en un atraco en que él fue abatido por la policía, es detenida e ingresa en la cárcel. Una vez entre rejas, descubre que esta embarazada. Para sobrevivir en el entorno enclaustrado, violento y corrupto, tiene que aprender rápido las reglas no escritas, aguantando con estoicismo los castigos draconianos de una guardiana sádica, hasta convertirse en una criminal endurecida sin ningún remordimiento ni compasión.

En total, es una historia brutal, dura, sin perdón, que hace una dura critica al sistema penitenciario que se centra demasiado en el castigo y poco en la rehabilitación. Destaca en que todo el reparto era femenino, algo innovador para la época. Las actrices Eleanor Parker, Hope Emerson y Betty Garde hicieron una interpretación muy lograda de mujeres fuertes, atormentadas y con carácter propio. La obra se convirtió en una película de culto, y la plantilla para todo el cine carcelario femenino.

El cine de explotación: años 1970 – 80

En los años 70 y 80 rodaron una serie de películas de mujeres en la cárcel, pero distintas a «Enjauladas» que se centra en la critica social y la lucha interior de los personajes, sirven mas bien como un entretenimiento barato de sexo, violencia y morbo, para satisfacer a los instintos mas primarios de un publico masculino.

Hay varios títulos: The Big Doll House (1972), Women in Cages (1971), White Mama Black Mama (1973), Chained Heat (1983), Red Heat (1985)… Todos tienen ciertos elementos en común: reclusas hipersexualizadas con ropa ligera, escenas desnudas en las duchas colectivas, relaciones lésbicas explicitas, castigos disciplinarios semejantes a practicas sadomasocas, y peleas de chicas.

Tales películas se clasificaban como parte del género de «explotación», porque se rodaron con muy bajo presupuesto y actores desconocidos. Muchas se estrenaron solo en las salas de cine de serie B, o se vendieron directamente como cintas de VHS. Sin embargo, consiguieron una base de aficionados, que solían coincidir con los del cine gore y de blaxploitation (películas violentas ambientadas en guetos afroamericanos). Dos de los fans se convirtieron en conocidos directores de los 90: Quentin Tarantino y Robert Rodriguez, cuyas películas tienen una clara influencia. El cine de explotación también tuvo sus propias estrellas, la mas conocida era Pam Grier, que protagonizó varias películas carcelarias.

Las telenovelas: años 1980 – 90

Durante los 80, los australianos hicieron una serie ambientada en una cárcel de mujeres, Prisoner Cell Block H, que duró 8 temporadas, y se exportó al Reino Unido, Canadá, y EEUU. Es una telenovela que retrata la vida de docenas de personajes, tanto funcionarios como reclusas, al convivir en un entorno cerrado, centrándose en las amistades, los líos amorosos tanto dentro como fuera de la prisión, y los piques y rivalidades entre prisioneras.

En 1999, los británicos hicieron una serie similar, titulada Bad Girls, que duró 8 temporadas hasta 2006, pero trata de temas mucho mas diversos, como el bullying, las enfermedades mentales, el suicidio, la violencia conyugal, la trauma de los abusos sexuales, la adicción de las drogas y la separación de la familia. También salen personajes abiertamente LGTBI.

Contrario al cine de explotación, ambas series ganaron éxito sobre todo entre el publico femenino, las mismas que se aficionaban a otras telenovelas.

Las series de televisión: 2010 – actualidad

En la década de 2010-2020 hicieron varias series de mujeres en la cárcel que recibieron buenas criticas y recepción, como Capadocia de México (2008-2012, 3 temporadas), Orange is the New Black de EEUU (2013-2019, 7 temporadas), Vis a Vis de España (2015-2020, 5 temporadas) y Wentworth de Australia (2013-2021, 8 temporadas). A pesar de las distintas nacionalidades y géneros, el hilo central de todas las series mas o menos sigue la misma plantilla de la de Caged de 1950.

Capadocia es fundamentalmente un thriller del género film noir, que introduce en la drama carcelario los conflictos sociales del México contemporáneo, como la dictadura de los narcos, la corrupción política, y la esclavitud escondida detrás de la privatización de la gestión penitenciaria, revelando un mundo donde la violencia callejera esta estrechamente vinculada con la del mundo carcelario, ambos dominados por los tentáculos del crimen organizado.

Orange is the New Black es mas bien una drama comedia, que se centra en las excentricidades de los personajes variopintas que encuentra la protagonista durante su estancia en la cárcel, tanto reclusas como funcionarios, donde la camaradería femenina y las relaciones lésbicas ocupan un papel central. La vida carcelaria es retratada de forma tan divertida que a algunas aficionadas les ha picado la curiosidad de pasar una temporada entre rejas. Es una de las primeras series estadounidenses donde la mayoría de los personajes son negras y latinas de clase humilde, aunque la protagonista es una mujer blanca de clase media-alta.

Siguiendo la linea de Capadocia, Vis a Vis también es un thriller policíaco que se centra en la supervivencia y lucha de poder en el mundo carcelario, donde el crimen organizado domina el patio de las reclusas y amenaza a los funcionarios. Pero se profundiza mas en el interior de los personajes, analizando las circunstancias que han definido su personalidad y comportamiento.

Wentworth es un spinoff de Cell Block H, porque se ambienta en la misma cárcel. Pero lejos de ser una telenovela, es un thriller, con un contenido bastante parecido a Vis a Vis, pero con mayor nivel de violencia, crueldad y crudeza.

Las cuatro series consiguieron legiones de seguidores en todos continentes, de los que la mayoría son mujeres.

Novela grafica: Bitch Planet

Bitch planet es un tebeo publicado entre 2014 y 2017, ambientado en el futuro donde el mundo esta dominado por un sistema patriarcal rígido, y las mujeres que no cumplen con el canon de buena esposa son enviadas a un planeta penitenciara.

La guionista Kelly Sue DeConnick y el dibujante Valentine De Landro pretenden recrear un ambiente semejante a las películas de explotación de los años 70, en que la desnudez, la disciplina sádica, la violencia cruda, el lesbianismo y las escenas de duchas colectivas ocupan muchas viñetas, pero dándoles un giro feminista, al tener como objetivo denunciar la opresión del patriarcado. Segun DeConnick, uno de los objetivos es enseñar el cuerpo desnudo femenino sin la intención de excitación sexual.

Una historia de mi imaginación

Yo también he imaginado una historia ambientada en una cárcel de mujeres. Tengo una idea básica del guion central y algunos párrafos, pero aun no he empezado a desarrollarla en formato de novela o guion de cine o comic.

Resumiendo, se ambienta en un realismo alternativo, en un país gobernado por un gobierno autoritario. La protagonista es Adriadna, una joven idealista de buena cuna, que lleva años gestionando una ONG clandestina ayudando a miembros de las castas negadas, en contra de la ley. Y tras años burlándose de la justicia, es finalmente arrestada y enviada a una colonia penitenciaria para cumplir una larga condena.

La colonia es una ciudad amurallada económicamente auto suficiente, con sus propias granjas para producir comida y talleres para fabricar ropa, calzado y componentes industriales que se venden al exterior. Las ganancias económicas se retribuyen a las reclusas en forma de salario, que han inventado su propio sistema económico en un mercado interno.

Las reclusas residen en varios módulos, cada uno gestionado por 2 comisarias, que son ex reclusas reconvertidas en gobernantas. Entre distintos módulos se organizan competiciones deportivas y concursos de cocina, jardinería y limpieza para fomentar el sentido corporativo. Tanto las reclusas, las comisarias, las guardias y la misma directora llevan el mismo uniforme: un mono de trabajo ajustado, aunque de color distinto.

Entre las reclusas hay delincuentes comunes y presas políticas. Las segundas también se dividen entre distintas facciones ideológicas, cuyo único elemento en común es estar en contra del gobierno. Pero las que realmente gobiernan la cárcel es una sociedad secreta formada por presas de larga duración, que han hecho la cárcel su hogar y mandan mas que la directora.

El hilo central narra la historia de Ariadna liderando una revolución desde dentro de la cárcel, y para conseguirlo, tiene que aliarse a veces con una facción y a veces con otra por cuestiones estratégicas, aparcando las diferencias ideológicas. Uno de los lugares claves es la biblioteca de la prisión, que contiene una colección de libros antiguos y exóticos, procedentes de un donante misterioso.

La protagonista Ariadna es una chica tan fuerte como tierna, decidida en algunas situaciones y dudosa en otras, con un cierto elemento de chulería. A pesar de estar muy convencida de su causa revolucionaria, muchas veces cuestiona los métodos para conseguirlo, hasta los empleados por ella misma. Sus debilidades son los hombres y los animales. Durante toda la vida había preferido la compañía masculina. Al ingresar en la colonia penal, lo que mas le cuesta al principio es vivir en un mundo sin hombres donde nadie la desea por su belleza, y no tener mascotas para achuchar.

… Y la realidad?

Para conocer la realidad de la vida de mujeres en la cárcel, recomiendo la Youtuber Jessica Kent. Es una ex drogadicta y camello de Nueva York que había cumplido varias condenas por venta de droga durante su juventud, y dio a luz a su primera hija en prisión. Pero hace 10 años logró cambiar de vida y a día de hoy es una ciudadana ejemplar y activista por la reforma del sistema penitenciaria. Comparte a través de docenas de vídeos su experiencia como prisionera, adicta, fugitiva y delincuente. Desafortunadamente, solo esta disponible en ingles.

Una breve historia de Ucrania, y los ucranianos

7 Mar

Desde la invasión de Rusia a Ucrania a finales de febrero, 2022, este país ha dominado toda la atención mediática. Por eso en este artículo voy a hacer un resumen de la historia del pueblo ucraniano y analizar los posibles motivos del conflicto actual.

Antes de nada, voy a hacer una aclaración de terminología. Cuando hablo de «Ucrania», me refiero al territorio que corresponde a la geografía del estado de Ucrania desde su independencia en 1991. El término «ucraniano» también puede tener 2 significados. En un sentido se refiere a los individuos que poseen pasaportes ucranianos. En otro sentido se refiere a «ucranianos étnicos». En este artículo se aplica más la segunda definición, ya que la identidad de ese pueblo había existido mucho antes de la fundación de Ucrania como estado independiente.

Los inicios: Rus de Kiev y la invasión mongol

Los eslavos orientales asentaron en la gran llanura de Rusia, entre los ríos de Dniéper y Don, antes del siglo VIII d.c.. A finales del siglo IX, se unieron bajo el liderazgo de una aristocracia vikinga para fundar un estado con sede en Kiev, así nació el reino del Rus de Kiev. Durante su apogeo, llegaba a incorporar toda la parte europea de la Rusia actual, salvo la estepa, que era dominio de nómadas túrquicos como los Kipchaks, Pechenegs y búlgaros de Volga.

El Rus de Kiev duró hasta el siglo XIII, cuando la invasión Mongol lo aniquiló. Durante los próximos 200 años, toda la Rusia europea pertenecía al Kanato de la Horda de Oro, un estado descendiente del imperio de Gengis Khan. Quizás fue durante esa época, entre los siglos XIV y XV, que los eslavos orientales empezaron a diferenciarse entre rusos, ucranianos y bielorrusos, por diferencias lingüísticas, aunque todavía no se llamaban como tal.

Siglos XV-XVIII: los rutenos y los cosacos

Cuando la Horda de Oro colapsó en el siglo XV, el nuevo estado de Rusia, con capital en Moscú, emergió como el máximo poder en Europa oriental y Asia central. En esa época, en el territorio ucraniano habitaban varios estados. De Kiev hacia el norte pertenecía a Rusia. La parte occidental pertenecía a Lituania. La península de Crimea era dominio de los tártaros de Crimea, un pueblo de origen turco-mongol y religión musulmana. En la costa del Mar Negro aún había ciudades griegas. Y la estepa al norte de Mar Negro era conocido como los «campos salvajes», porque era tierra de nadie donde los nómadas turcos y tártaros salían de caza, asaltaban caravanas y hacían redadas para capturar esclavos.

En esa época ya había referencias de poblaciones de hablar ucraniano y religión ortodoxa habitando la parte occidental de la región, que los lituanos llamaban rutenos. A partir del siglo XVI, muchos campesinos rutenos, hartos de la explotación de sus señores feudales, huyeron a los «campos salvajes», donde uniéndose con desertores tártaros, turcos, y siervos fugado de Rusia, formaron una comunidad guerrera autogestionada conocida como «los cosacos de Zaporozhia».

Zaporozhia no era oficialmente reconocido como un estado, pero tenía su propio gobierno elegido por asambleas democráticas. Su economía funcionaba a base de la agricultura, pero también de la piratería y bandidaje, e incursiones militares a sus vecinos, tanto a Rusia y Lituania como al Kanato de Crimea y el Imperio Otomano. Mantuvo su independencia durante un par de siglos aliándose a veces con un imperio, a veces con otro. Su lengua franca era el ucraniano y la religión mayoritaria era el cristianismo ortodoxo, aunque sus habitantes procedían de diversas nacionalidades. En apariencia externa, el típico cosaco rapaba toda la cabeza salvo una pequeña coleta que colgaba de la coronilla, dejaba bigotes largos, y llevaba pantalones del estilo turco. Pero en la equitación y tácticas militares, tenía más afinidades con los mongol-tártaros.

A finales del siglo XVIII, el imperio ruso conquistó tanto a los cosacos de Zaporozhia como a los tártaros de Crimea, extendiendo la frontera hasta la costa del Mar Negro. Pero la conciencia nacional ucraniana ya estaba bien establecida, ligada a la memoria de los cosacos de Zaporozhia.

Bajo el imperio ruso, y la revolución bolchevique

Con la incorporación de los «campos salvajes» al imperio ruso, la región se convirtió en un importante centro de producción agrícola. La parte occidental de Ucrania pasó de ser dominio de Polonia-Lituania al Imperio Austrohúngaro. En ambos lados de la frontera, la mayoría de ucranianos subsistían como campesinos, residiendo en poblaciones rurales, conservando su lengua, costumbres y tradiciones propias. Mientras las ciudades la cultura dominante era la rusa (en el oriente), o polaca (en el occidente). La mayoría de los escritores ucranianos escribían en ruso, como Nikolai Gogol. No era hasta la segunda mitad del siglo XIX que empezaron a publicar literatura en la lengua ucraniana.

En Crimea, los tártaros seguían siendo la mayoría demográfica, aunque los rusos llegaron a dominar la costa. Todas las ciudades portuarias importantes de la orilla del Mar Negro, como Odessa, Sevastopol y Mariupol, tenían mayoría rusa, con minorías de ucranianos, griegos, judíos, tártaros y turcos.

Cuando estalló la revolución de 1917, muchas regiones de Ucrania proclamaron la independencia de Rusia, luchando tanto en contra de los blancos como los rojos. Una de las fuerzas más potentes era el «ejército negro» de ideología anarquista, liderado por Néstor Majnó. Pero en 1920, toda la insurgencia fue sofocada por el ejército rojo, y la URSS incorporó todo el territorio ucraniano en la República Soviética Socialista de Ucrania, cuyas fronteras coincidían a grandes rasgos con las de la Ucrania actual.

URSS, Holodomor, y la Segunda Guerra Mundial

Durante la época de Stalin, la política de reforma agrícola pretendió desmantelar el tejido social de los pueblos agrícolas tradicionales, a favor de los campos de colectivización. Millones de campesinos tuvieron que abandonar sus tierras familiares para trabajar en granjas estatales donde toda la cosecha fue confiscada por el gobierno, a cambio de un racionamiento modesto. Este cambio cultural radical, junto a la exigencia del gobierno de aumentar la cantidad de cosecha a cuotas inalcanzables, resultó en una sobre-explotación de la tierra, que provocó una gran hambruna en que murió 4-7 millones de personas, sobre todo en Ucrania. Esta gran tragedia era conocida como el Holodomor.

Durante la Segunda Guerra Mundial, los alemanes primero ocuparon grandes extensiones de Ucrania, pero al ser derrotados, los soviéticos no solo recuperaron todo lo perdido, sino también anexaron nuevos territorios de Polonia, que fueron incorporados a la República Soviética de Ucrania, ampliando su territorio. Al terminar la guerra, bajo la acusación de colaboración con los nazis, la población entera de tártaros de Crimea fue deportado a Uzbekistán. Y la península vaciada fue repoblada por rusos.

De los años 40 a 90, la parte oriental de Ucrania, sobre todo la región de Donbass, se convirtió en un importante centro de producción industrial que atrajo trabajadores de todas nacionalidades de la URSS, donde la lengua franca era el ruso. En la parte occidental de Ucrania, la lengua y cultura ucraniana seguía siendo la más dominante, tanto en el entorno rural como urbano. La república se convirtió en uno de los principales productores de energía nuclear en toda la URSS, aunque un error técnico y administrativo provocó uno de los peores desastres: la explosión de Chernóbil en 1986.

La Ucrania independiente, y el conflicto de Donbass

Ucrania se independizó en 1991 tras el colapso de la URSS. Sin embargo, Rusia seguía ejerciendo mucha influencia en su política interna. Y la mayoría de sus gobernantes durante los años 90 y 2000 eran hasta cierto punto, títeres del Kremlin.

Demográficamente, ucranianos étnicos dominan la parte oeste, central y norte del país, mientras rusos étnicos dominan la parte oriental y sur. Pero distinto a la situación de Bélgica o Suiza, no existen divisiones administrativas por lenguas, sino que todo el mundo dominan ambos idiomas y, en general, no hay problemas de convivencia, hasta que la división cultural se volvió política.

A grandes rasgos, los ucranio-parlantes quieren alejarse de la influencia rusa y acercarse a la Unión Europea, mientras los ruso-parlantes desean permanecer en la órbita rusa. A partir de 2004, debido a la crispación de los medios y el juego sucio por parte del gobierno prorruso encarcelando a activistas pro-europeos, la división se hace cada vez más polarizada, a un punto irreconciliable.

En 2014, cuando el presidente prorruso Viktor Yanukovich se negó a firmar acuerdos comerciales para acercarse a la Unión Europea, una multitud se echó a la calle en la Plaza Maidan en Kiev para manifestarse en contra. Durante los días siguientes, las protestas se intensificaron, culminando en batallas campales con las fuerzas de orden, que al final, el presidente no tuvo otro remedio que dimitir y marcharse del país, y un nuevo gobierno pro-europeo fue elegido en su lugar.

Sin embargo, los habitantes de las regiones de mayoría ruso-parlante, como Donbass y Crimea, no reconocían ese gobierno. Rusia tampoco. El mes siguiente, Rusia mandó tropas para anexar a Crimea, disfrazado bajo un referéndum. En Donbass, milicianos prorrusos proclamaron 2 repúblicas independientes de Lugansk y Donetsk. Y de ahí empezó una guerra de escaramuzas con las tropas gubernamentales que ha durado hasta el día de hoy. Varios rumores dicen que muchos milicianos prorrusos son soldados rusos infiltrados. El Kremlin lo desmiente.

La invasión de 2022

El día que escribo este artículo la guerra ya ha durado 12 días. Lo que mucha gente pregunta es: ¿por qué la invasión? ¿Qué objetivos quiere conseguir Vladimir Putin?

Según el análisis de algunos expertos de geopolítica como Henry Kissinger, la expansión de la OTAN tiene mucho que ver. La OTAN es una alianza de la guerra fría con el fin de enfrentarse a la URSS. Cuando un país de la OTAN es invadido, todos los países de la alianza tienen que mandar tropas para defenderlo. Desde la caída de la URSS, primero ingresaron los países de Europa central: Polonia, Hungría y Rumanía, luego las ex repúblicas soviéticas bálticas de Lituania, Letonia y Estonia. Desde el punto de vista ruso, las líneas del enemigo se acerca cada vez a su casa. Y si Ucrania ingresara en la OTAN, sería como meter el diablo en el salón.

Aunque Ucrania aún no se ha calificado de ingresar en la OTAN, durante los últimos años, el gobierno pro-europeo está acercando posturas. Por supuesto, para un país en vías de desarrollo, pertenecer a la OTAN y la UE le aportará numerosas ventajas económicas. Pero lo que no se han dado cuenta los dirigentes ucranianos es que tal acción es interpretada como una traición imperdonable por su vecino mucho más grande y poderoso.

Otras razones podrían ser simplemente nacionalistas. Por compartir las mismas raíces culturales desde el Rus de Kiev, muchos rusos siempre han considerado los ucranianos como un sub-grupo de rusos regionales, en vez de una nacionalidad independiente. Como estados independientes, pueden tolerar que lo gobiernan un aliado o títere, pero no un gobierno que se alía con los rivales.

Pero independiente de los motivos, nada puede justificar la invasión de un país soberano sin ninguna provocación, las miles de muertes inocentes, los millones de desplazados y las ciudades centenarias destruidas por bombardeos. Los que más sufren en esa guerra, como en todas, son los civiles, que no tienen la culpa de nada. Otro efecto de medio-largo plazo será el deterioro de la relación entre rusos y ucranianos. Después de tantas muertes y sufrimiento, aunque si Putin lograra conquistar a toda Ucrania, la mayoría de ucranianos estarían para siempre en su contra, y el antagonismo de Ucrania hacia Rusia solo va a intensificar.

Grupos étnicos en Afganistán, y el origen de los talibanes

4 Mar

Ya hace más de medio año que los talibanes volvieron a conquistar Afganistán. Las razones de por qué esta milicia de ideología islamista radical recuperó el poder tan rápido después de 20 años de destierro son muy complejas, pero en este artículo no voy a analizarlas, sino contar un resumen de la historia y características de los principales grupos étnicos de Afganistán: los pastunes, tayikos, hazaras y uzbecos, y una breve introducción de las raíces de los talibanes. Contrario a lo que popularmente se cree, Afganistán no es un país árabe. La gran mayoría de las etnias componen su población son de lengua iraní, con un minoría de grupos túrquicos.

Los pastunes

Hay cerca de 40 millones de habitantes en Afganistán, de los cuales el grupo étnico más numeroso son los pastunes, que constan más de 40% de la población, de unos 18 millones. Pero no todos los pastunes viven en Afganistán. La mayoría (> 25 millones) viven en Pakistán, donde forman 15% de la población. Pero en Afganistán es donde constituyen el mayor porcentaje.

La gran mayoría de pastunes son campesinos rurales. Su idioma, el pasto, es de la familia iraní, pero no se entiende con el persa. Su sociedad se organizan en clanes de parentesco masculino, donde cada clan es gobernado por un patriarca, que goza de autoridad absoluta. Las mujeres juegan un papel muy secundario y generalmente son consideradas propiedades de sus padres o maridos. Los matrimonios suelen ser concertados. Disputas por tierra, ganado o mujeres a veces generan luchas generacionales entre distintos clanes, que solo se resuelven con la mediación de los patriarcas.

En apariencia física, tienen una mezcla de rasgos mediterráneos con los del sur de Asia, con el pelo negro y la piel de un color aceitunado a marrón. Aunque también hay muchos individuos con el pelo castaño y ojos azules o verdes.

Prácticamente todos los pastunes son musulmanes suníes y tienen una interpretación muy rígida de la religión. El código de los talibanes se deriva en parte por las costumbres tribales pastunes. Por eso la inmensa mayoría de los talibanes son pastunes, aunque no todos los pastunes son talibanes.

Los tayikos

El segundo grupo étnico más numeroso son los tayikos, que constituyen un 25% de la población. Como los pastunes, es una etnia que vive repartida entre varias fronteras. Forman la mayoría del país vecino Tayikistán, pero en número de habitantes, la población tayika en Afganistán es mucho mayor (11 millones vs 6,8 millones). La mayoría de los tayikos en Afganistán llegaron al país entre finales de siglo XIX y primeros del XX, huyendo de Rusia, primero de la expansión imperial y luego de la revolución bolchevique.

La lengua tayika es una variante de persa. Su sociedad se organiza en familias nucleares en vez de clanes extendidas, y muchos viven en ciudades (45% de Kabul y la mayoría de Herat), con un nivel medio de formación más alta, entre ellos muchos médicos, profesores, funcionarios y gerentes de empresas. Pero a pesar de gozar de un estatus socioeconómico más alto, su influencia en la política es limitada.

En apariencia externa, la mayoría de tayikos tienen rasgos mediterráneos, algo parecido a los españoles, italianos y turcos, aunque algunos tienen mezclas asiáticas como pómulos altos y ojos rasgados.

La gran mayoría son musulmanes suníes, pero la forma que practican la religión varían de familia a familia. Aunque políticamente hay muchos islamistas, suelen estar en contra de los talibanes. El típico ejemplo era Ahmed Shah Masud, el héroe guerrillero mujahideen en la lucha contra la ocupación soviética, que fue asesinado por los talibanes en un atentado en Bélgica poco antes de 11-S, 2001.

Los hazaras

El tercer grupo más numeroso son los hazaras, de unos 4-5 millones, formando 10-15% de la población del país, con mayor concentración en la zona central. Aparte de Afganistán, también hay comunidades importantes de hazaras en Irán y Pakistán.

Su lengua es una variación de persa, pero sus antepasados procedían tanto de los pueblos iraníes como de los turco-mongoles. Algunos probablemente eran soldados del Imperio Mongol que habían adaptado la lengua persa y la religión musulmana. Por eso la mayoría de los hazaras tienen visibles rasgos asiáticos, que les hacen muy distinguibles del resto de afganos.

La sociedad hazara se organiza en tribus, de tradición patriarcal y endogámico. Sin embargo, en comparación con el resto de las etnias, durante las últimas generaciones las mujeres han luchado más por la igualdad de derechos. Muchas familias animan a sus hijas a estudiar carreras, hacer deporte y realizar actividades antes solo permitidas a los hombres, como montar en bicicleta y practicar artes marciales. Por eso entre mujeres médicos, abogadas, policías y periodistas, un alto porcentaje son hazaras, tanto en Afganistán como en Pakistán.

La gran mayoría de hazaras son musulmanes chiítas. Debido a eso, históricamente ha sido un grupo muy perseguido por la mayoría suní. En el siglo XIX, 60% de la población fue extinguida por varias campañas de limpieza étnica por parte del rey Abdur Rahman Khan. Entre 1996 y 2001, Los talibanes también cometieron varios masacres, obligando a muchos hazara a buscar refugio en los territorios controlados por la Alianza del Norte.

Durante la reconquista talibán de Afganistán en 2021, los hazaras están temiendo de nuevo por su seguridad.

Los uzbekos y otras minorías

El cuarto grupo más numeroso son los uzbecos, formando cerca de 9% de la población, con mayor concentración en el norte. Su lengua es de origen túrquico, aunque la mayoría también domina la lengua persa. 99% de uzbekos son musulmanes suníes.

Las minorías étnicas más pequeñas incluyen a turcomanos (3%), Aimak (4%), Nuristani, y kirguizos. Las que más me llaman la atención son los nómadas kirguizos que habitan el Corredor de Wakan, una franja estrecha de territorio afgano emparedado entre Tayikistán en el norte, Paquistán en el sur, y China en el éste. Por su paisaje montañoso, es de difícil acceso, y las comunidades pastoras viven tan aislados que nunca han oído de los talibanes.

¿De dónde venían los talibanes?

Afganistán siempre ha sido una sociedad tribal, guerrera, de una tradición profundamente patriarcal. En los años 60 del siglo XX, un rey, Zahir Shah, quiso llevar a cabo varias reformas para modernizar la sociedad, como sustituir las leyes tribales y religiosos por un código civil, y conceder la igualdad de derechos a las mujeres. Pero su intento de reforma despertó movimientos todavía más revolucionarios en la sociedad, que en 1973, un socialista, Mohamed Daoud Khan, dio un golpe de estado que derrocó la monarquía y fundó una república. 5 años después, los comunistas afganos dieron otro golpe de estado que terminó con el gobierno socialista. Pero cuando los comunistas se mostraron insumisos a las órdenes de la URSS, el Kremlin asesinó al dirigente comunista Hafizulá Amin y puso en su lugar una marioneta soviética.

1979

Sin embargo, el fervor revolucionario era solo un fenómeno en las ciudades. El campo seguía siendo dominio de los jefes tribales que gobernaron sus clanes con una mano de hierro. Al invadir los soviéticos, las tribus más bélicas iniciaron una guerrilla en nombre de la religión islámica y la soberanía nacional afgana. Esos guerreros eran conocido como los mujahideen, que recibieron ayuda logística y financiera de los estadounidenses. Después de 10 años de lucha que causó más de 15,000 bajas en las filas soviéticas, los rusos finalmente se retiraron en 1988.

Sin embargo, salvo el rechazo común hacia los soviéticos, las distintas facciones de mujahideen tenían poco en común. Procedían de grupos étnicos y tribus rivales, y tenían interpretaciones distintas al Islam. Con la retirada de los soviéticos, Afganistán se hundió en una sangrienta guerra civil y luchas sectarias. Atentados terroristas, asesinatos de ajuste de cuentas, y masacres indiscriminados era el pan de cada día. Durante ese periodo de anarquía se extendía una ideología que preocupaba profundamente los paquistaníes: el nacionalismo pastún.

Los pastunes es la etnia más mayoritaria en Afganistán, pero el número de pastunes que viven en Paquistán es aún mayor, ocupando más de 10% de su territorio. Si los pastunes de Afganistán desean fundar un nuevo estado-nación propio, los pastunes de Pakistán podrían unirse a él, así arrebatando 10% del territorio paquistaní. Como respuesta, los servicios de inteligencia paquistaní tenían que fomentar un nuevo movimiento en el vecino Afganistán que ganaba todavía más adeptos que el nacionalismo pastún.

Encontraron el candidato ideal en un grupo de estudiantes religiosos del Corán, la mayoría de etnia pastún con unos pocos tayikos y uzbekos, que predicaban una mezcla del fundamentalismo suní inspirado con el wahabismo saudita, con el código tribal pastún, con el nacionalismo afgano. Se llaman los talibanes.

A partir de 1994, recibiendo financiación, armas, y apoyo logístico de los servicios de inteligencia paquistaníes, los talibanes se extendieron en influencia y territorio, sustituyendo a los caudillos mujahideen como la nueva autoridad. En cada zona conquistada, imponían un código penal tan draconiano que todos los asesinatos y atentados que habían aterrorizado a los civiles durante años, desaparecieron de día a mañana. El resto es historia.

La mayor paradoja es que cuando los talibanes reconquistaron Afganistán en 2021, Pakistán era el país que más refugiados acogía que huían de los talibanes. Pero era también el país que había puesto los talibanes en poder en primer lugar.

Islam en China: «Hui» vs «Uigur»

24 Feb

De los más de 1400 millones de personas que viven en China, 20-30 millones practican el Islam, aunque constituyen menos de 2% de la población nacional, son más habitantes que la población entera de algunos países árabes, como Túnez, Jordania o Siria. La inmensa mayoría de musulmanes chinos se adhieren a la rama suní, pero étnicamente y culturalmente, pertenecen a varias poblaciones muy diferenciables. Las dos principales son los «hui» (回族) y los «uigures» (維吾爾族).

Los hui 回族

Se estima que más de 11 millones de musulmanes chinos son de la etnia «hui». Viven en comunidades dispersas por todo el país, pero con mayor concentración en el noroeste, y las provincias de Henan (河南) en la parte central y Yunnan (雲南) en el suroeste. La región de Ningxia (寧夏), situada en la parte superior del Río Amarillo, es oficialmente designada la «comunidad autónoma de los hui», donde cerca de 40% de su población pertenece a esta etnia.

El origen de los «hui» probablemente se remonta a la edad media, entre los siglos X y XIV d.c., cuando varias oleadas de inmigrantes árabes, persas y sodianos se instalaron en China a través de la Ruta de la Seda. La mayoría eran mercaderes y artesanos, aunque durante la dinastía Yuan (siglo XIII-XIV), los mongoles invitaron a miles de colonos del Oriente Medio a asentarse en las regiones del norte de China despobladas por guerras y masacres. Debido a que la gran mayoría de los inmigrantes eran varones, se casaron con mujeres chinas. Muchos chinos que se asentaron en las comunidades árabes, iraníes y túrquicas también se convirtieron a la religión islámica. Después de varias generaciones de mestizaje, surgió una nueva identidad cultural.

A día de hoy, los «hui» tienden a parecerse físicamente al resto de los chinos (quizás los hombres un poco más peludos), tienen nombres y apellidos chinos, hablan como lengua materna el chino mandarín, pero practican el Islam. Los hombres suelen llevar una gorra blanca. Algunas mujeres también. Otras cubren el cabello con un velo largo. En comparación con el Oriente Medio, no se observa una separación de sexos tan estricto, y las mujeres pueden ejercerse de imanes en algunas congregaciones.

A pesar de varios disturbios interétnicos entre los «hui» y «han» (la etnia mayoritaria en China) durante el siglo XIX en que ambos bandos cometieron masacres indiscriminados (como la revuelta de Dungan de 1862-77), a día de hoy, los «hui» son en general bien aceptados en la sociedad china y gozan de un estatus socioeconómico similar al resto de la población. Los barrios «hui» de varias ciudades, como Xi ‘An (西安) y Yinchuan (銀川), son populares atracciones turísticas. Sin embargo, matrimonios mixtos entre «hui» y «han» son muy escasos.

Durante los últimas décadas, en general, los «hui» se han vuelto más religiosos. Se estima que hay doble la cantidad de mezquitas en la actualidad que en los 50, y cada vez mayor porcentaje de mujeres llevan el velo. Esta tendencia va en contra de la política del estado de Xi Jinping, que pretende asimilar a todas las minorías étnicas a la identidad «han». Por eso, durante los últimos años muchos «hui» han percibido una creciente intolerancia por parte de las autoridades.

Los «hui» que huyeron de China durante los disturbios de siglo XIX fundaron comunidades en Kazajistán y Kirguistán, cuyos descendientes son conocidos como los «dungan», y son embajadores de la cultura china en el corazón de Asia Central.

Los uigures 維吾爾族

Hay 13 millones de uigures en China. Su historia se remonta al siglo VIII, cuando docenas de tribus nómadas de origen túrquico fundaron el kanato uigur en Mongolia y Turkestán. Después del colapso del kanato en el siglo IX, las tribus uigures se asentaron en la Cuenca de Tarim y la depresión de Turfan, donde fundaron una próspera civilización en los oasis del desierto Takla Makan, gobernada entre varios reinos y ciudades. Al principio adoptaron el budismo, pero desde el siglo XII, algunas poblaciones se convirtieron al Islam suní. A principios de siglo XVI, prácticamente todos los uigures eran musulmanes.

En el siglo XVIII, los chinos, bajo la dinastía Qing, conquistaron la Cuenca de Tarim e incorporaron a toda la población uigur al territorio del imperio, estableciendo la provincia de Xinjiang (新疆) y la ciudad de Urumqi como su capital. Sin embargo, la administración colonial interfirieron poco en la vida de los uigures, que conservaron sus costumbres, lengua e instituciones religiosas con la misma autonomía que cuando eran estados independientes.

Durante las primeras décadas del siglo XX, con el poder central chino debilitado por la revolución republicana y las guerras internas y externas, los uigures proclamaron la independencia, fundando estados como «La República del Turkestán Oriental». No fue hasta después de la revolución comunista en 1949 que el gobierno chino volvió a ejercer control sobre la región, convirtiendo Xinjiang en la «Región autónoma de los uigures».

A día de hoy, la inmensa mayoría de los uigures siguen viviendo en la Cuenca de Tarim y en Urumqi. Étnicamente, culturalmente y lingüísticamente, comparten mucho más lazos con otros pueblos túrquicos de Asia Central, como los kazajos, kirguizos, uzbekos, turcomanos, azeris y los mismos turcos, que con la población china «han». Herederos de una de las civilizaciones más avanzadas de la ruta de la seda, tienen su propia literatura, cuentos folclóricos, música, arte, danza y gastronomía. En apariencia externa, muchos uigures tienen una mezcla de rasgos occidentales y orientales, y van con nombres árabes.

Debido a sus rasgos y comportamientos visiblemente diferente a los «han», junto a los tibetanos, sufren discriminación en el mercado de empleo y el mundo empresarial, que ha fomentado un creciente sentimiento de malestar.

Relaciones entre uigur y hui

A pesar de compartir la misma religión, la situación de los uigures y los hui son bien distintas. Los primeros pertenecen a la cultura túrquica, y se puede considerar una nación, porque históricamente han habitado un territorio durante más de un milenio, que ha pasado a ser una colonia del imperialismo chino durante los últimos 200 años. Los segundos son un grupo étnico fruto de la inmigración y mestizaje, integrado dentro de la sociedad china, que nunca tuvo el concepto de nación propia.

Desde siglo XIX, durante las múltiples intervenciones militares chinas en Xinjiang para sofocar a las rebeliones uigures, muchos soldados eran de la etnia «hui», que cometieron abusos a la población nativa y, como una fuerza de ocupación, disfrutaron de mayores privilegios sociales y políticos. Muchos de sus descendientes siguen residiendo en Xinjiang, pero en comunidades separadas de los uigures, a tal punto que los dos atienden a mezquitas distintas y raras veces se casan entre sí.

El independentismo uigur y la represión del gobierno chino

El nacionalismo uigur ha existido desde la dinastía Qing, pero desde los años 90 se ha intensificado por varios motivos. Por un lado, tras el colapso del URSS, muchas naciones túrquicas de Asia Central han ganado la independencia, como Kazajistán, Kirguistán, Uzbekistán y Turkmenistán, y los uigures, que comparten las mismas raíces étnicas, no quieren quedarse atrás. Por otro lado, el desarrollo económico de China ha instalado muchas industrias de producción y extracción de minerales en Xinjiang, que han enriquecido a los empresarios y trabajadores de etnia «han», pero repercutido poco en el bienestar de los uigures. Con la inmigración masiva de «han» a Xinjiang, seducida por oportunidades económicas denegadas a los nativos, muchos uigures se sienten ciudadanos de segunda en su propio hogar, que pronto se convertirían también en minoría demográfica. Por último, la proliferación del radicalismo islámico ha alimentado el sentimiento independentista para fundar una república islámica.

En algunas ocasiones los independentistas uigures han protagonizado violentos disturbios, como los de Urumqi en 2009, pero desde 11-S de 2001, el gobierno chino ha detenido y encarcelado a nacionalistas uigures bajo la excusa de la guerra contra el terrorismo islámico, a pesar de que muchos detenidos no tienen ningún vínculo con el yihadismo, o ni siquiera son religiosos.

A partir de 2014, el control a la población uigur se ha intensificado, con la policía china no solo deteniendo a independentistas, sino a cualquier activista dedicado a la conservación de la cultura e identidad uigur, o individuos demasiados religiosos, entre ellos profesores, periodistas, artistas, imanes, estudiantes y empresarios. Se estima que hay un millón (de un total de 13 millones) de uigures encarcelados en «campos de reeducación», dedicados a «des-islamizar» a los internos, obligándolos a hablar en chino mandarín y abandonar sus costumbres. Mientras tanto, sus hijos son enviados para criarse con familias de etnia «han», con el fin de hacerles olvidarse de su herencia cultural uigur.

La comunidad internacional ya está tomando sanciones contra China por tales abusos. Algunos lo califican de «genocidio». El gobierno chino lo niega, alegando que la población total de uigures ha crecido a mayor ritmo que los han a nivel nacional. En mi opinión personal, sin duda, en Xinjiang se está cometiendo una violación muy seria de derechos humanos, un ejercicio extremo de discriminación, persecución y represión a un pueblo sometido, y un intento de exterminación de una identidad cultural milenaria, pero «genocidio» quizás no es la palabra más adecuada, porque implica asesinatos indiscriminados en masa. Y al fin y al cabo, el gobierno chino no ha cometido ejecuciones sumarias a los uigures, en el mismo sentido que los nazis hicieron a los judíos, los otomanos a los armenios, los serbios a los musulmanes bosnios, los hutus a los tutsis, o más recientemente, el gobierno de Myanmar hacia la minoría rohingya.

Precisamente porque genocidios siguen ocurriendo en el mundo actual, es importante no banalizar la palabra para describir cualquier represión o persecución étnica, y usarlo solo en contextos muy concretos.

Campo de reeducación de uigures

La evolución del model familiar: de la tribu a la familia nuclear

27 Feb

Para la mayoría de las personas que vivimos en el Primer Mundo, el hogar estándar está formado por una pareja y sus hijos: la familia nuclear. Solemos pensar que este modelo ha sido el más corriente durante toda la historia de la humanidad y es la base de la estabilidad social. Pero al hacer un poco de investigación histórica, me he dado cuenta de que la familia nuclear es en realidad un invento relativamente reciente, del siglo XX, y solo tiene 3 o 4 generaciones de historia. De hecho, a día de hoy, muchas familias ya no conformen con ese estereotipo.

Durante la mayor parte de la historia humana, la gente había vivido como cazadores-recolectores, que se agrupaba en clanes de entre 10 y 30 personas. Pasaban todas las horas juntos, caminando por la selva, el bosque o la tundra en busca de animales para cazar y vegetales para recoger. Por la noche se sentaban alrededor de un fuego para contar historias. Poco se conoce de las estructuras familiares, pero hay evidencias arqueológicas y genéticas de que algunos clanes estaban formados por gente que compartía lazos de sangre, otros por gente sin ningún parentesco. Así que probablemente, había varias maneras de formar familia, adaptándose a las circunstancias de cada lugar y época.

Hace 10.000 años, cuando nuestros ancestros se asentaron en aldeas para cultivar el campo, surgió la familia extendida, formada por un patriarca o matriarca y sus descendientes, con varias generaciones bajo el mismo techo. La familia no era solo un hogar, sino también una corporativa, ya que todos los miembros solían trabajar en la misma granja o negocio familiar. El cuidado de infantes, ancianos y enfermos era una tarea compartida entre todos los adultos. Los niños solían tener varios adultos como referentes. Y si alguno de sus padres había fallecido o estaba ausente, había abuelos, tíos, o primeros y hermanos mayores para tomar el relevo.

Aquel modelo era ideal para la supervivencia en una sociedad con una alta tasa de mortalidad, donde los recursos eran escasos y la subsistencia requería mucha mano de obra. Prácticamente, uno nunca se independizaba de sus progenitores, y tampoco se libraba de las obligaciones paternales aunque todos sus hijos habían crecido.

La «familia nuclear» surgió tras la industrialización, cuando millones de campesinos emigraron a la ciudad, donde en cada vivienda solo había espacio para alojar a una pareja con sus hijos. Sin embargo, durante el siglo XIX y la primera mitad de siglo XX, la familia extendida de la sociedad campesina se transformó en el entorno urbano en redes de apoyo entre personas que compartían lazos familiares, procedencia provinciana, o miembros de la misma iglesia, sindicato, o asociación profesional. Padres, hijos, hermanos y amigos solían vivir cerca, y muchos niños pasaban tanto tiempo en la casa de abuelos, tíos y vecinos de confianza como en la de sus propios padres. Igual que en el mundo rural, las personas criadas en tales entornos solían mantener un fuerte lazo emocional con su barrio de infancia, cuyas calles eran como el patio de su casa.

El gran cambio surgió después de la Segunda Guerra Mundial, cuando la bonanza económica en EEUU y Europa permitía cada familia nuclear subsistir de forma totalmente independiente, sin contar con el apoyo de familiares y amigos. Con el mercado laboral volviendo cada vez más dinámica, la gente cambiaba de trabajo y residencia con mayor frecuencia, premiando el bienestar financiero encima del arraigo al barrio o la comunidad. Los hijos, una vez llegados a la edad adulta, se convirtieron en seres totalmente independientes sin ninguna obligación hacia la familia. Para forjar su propia identidad personal o avanzar su carrera profesional, muchos se mudaron lejos de los padres, y lejos de los hermanos.

Ese modelo funcionó con tanto éxito que se extendió tarde o temprano a todos los países de economía desarrollada. Comparado con la familia extendida de la sociedad campesina, permite mucho más libertad individual. Uno ya no tiene que aguantar a primos, cuñados o suegros pesados y tampoco tiene que someter a las ordenes de patriarcas y matriarcas autoritarios. Y si los hijos no se llevan bien con los padres, siempre tienen la libertad de marcharse una vez cumplida la edad adulta.

La edad dorada de la familia nuclear sucedió en las 3 décadas después de la Segunda Guerra Mundial, acompañada por un boom de natalidad en EEUU, Europa y Japón. Sin embargo, se fundaba sobre 3 factores socioeconómicos muy particulares de la época:

  1. el divorcio era un tabú
  2. la tasa de crecimiento económico era tan alta que con un sueldo podía mantener a una familia de 4 o 5
  3. había roles de género muy rígidos: el hombre ganaba el pan y la mujer cuidaba la casa

A partir de los años 70, cuando muchas mujeres se incorporaron en el mercado laboral y el divorcio se volvió mucho más común, la familia nuclear empezó a manifestar sus primeras grietas.

Primero, con ambos progenitores trabajando la jornada completa, el tiempo dedicado para cuidar y educar a los hijos se queda más restringido. Pero distinto a la familia extendida o las redes comunitarias donde había otros familiares, amigos o vecinos para echar una mano, los padres tienen que cargarse con toda la responsabilidad (no es lo mismo tener 2 adultos cuidando a 2 niños que 6 adultos cuidando a 6 niños). Las familias más adineradas pueden permitir contratar a chachas o tutores privados para llevar o recoger los niños al colegio y ayudarles con los deberes, pero los padres humildes tienen que hacer mil malabares para compaginar los horarios de trabajo con la vida familiar.

Segundo, en la familia extendida de la sociedad rural, los lazos afectivos se diluían entre muchos miembros de la familia, pero en una familia nuclear el único lazo afectivo se construye entre padres e hijos, o como mucho entre hermanos. En un entorno familiar estable se puede cultivar relaciones muy sanas e hijos con mucho sentido de seguridad. Pero cuando los padres llevan una relación conflictiva, sufren alcoholismo o drogadicción, tienen comportamientos abusivos, o cuando el padre está ausente y la madre no tiene parejas estables, los únicos lazos afectivos que establecen los niños en el entorno más íntimo son conflictivos, generando traumas e inseguridades psicológicas que les acompañan durante toda la vida.

Como consecuencia, la familiar nuclear ha dado muchas facilidades a las clases acomodadas, pero ha frenado la movilidad social de las clases más humildes. Según un estudio realizado en 2005 en EEUU, 85% de niños de familias de clase media-alta estaban viviendo con ambos progenitores biológicos, pero solo lo hacían 30% de niños de clase obrera. La inestabilidad familiar se ha convertido en uno de los principales factores de desigualdad, que desde los años 70 ha aumentado un 25% en EEUU.

Como asegurar el bienestar de los hijos se ha convertido en un asunto tan delicado, muchos jóvenes solo plantean a ser padres cuando tienen un empleo estable y se encuentran en una relación satisfactoria. No es de sorprender que la natalidad ha descendido en casi todos los países desarrollados y la edad de las madres primerizas no para de subir. Aunque en algunos países, como Japón y Singapur, el gobierno ha tomado varias iniciativas para aumentar la natalidad, no ha tenido gran efecto, por lo tanto que las dificultades fundamentales en compaginar la vida familiar y laboral siguen sin resolver.

A día de hoy, cada vez hay menos niños que pasan toda la infancia viviendo con su padre y madre biológico. Se han normalizado otros tipos de familias, como la de madres solteras, parejas gays con hijos adoptados etc.. ¿La época de la familia nuclear ya está en etapa de declive? ¿Y qué modelo vendrá para sustituirlo?

En los países nórdicos, el estado ha intervenido para echar una mano a las padres que no dan abasto, concediéndoles generosas ayudas familiares y servicios de cuidado gratuitos. En Japón, el plan es usar robots para hacerse de cuidadores de niños y mayores cuando los adultos tienen otras obligaciones. En Europa y Norteamérica, algunas personas están experimentando con otras maneras de formar familias extendidas, no con sus parientes biológicos, sino con personas que comparten la misma visión y los mismos valores, para formar redes de apoyo que se cuidan entre sí. ¿Qué modelo saldrá delante? Solo el tiempo dirá, porque la evolución de la sociedad humana es una historia de constante adaptación.

La ciencia, la tecnología y la ética

15 Feb

Tengo algunos amigos que opinan que la ciencia y la tecnología han sido el motor del progreso humano. Por esta misma razón, justifican todos los proyectos de investigación y desarrollo, independiente del fin, porque según ellos, todos los descubrimientos e inventos del pasado han traído progreso a la humanidad a largo plazo. Cuando hablamos de la inteligencia artificial, la edición genética y la automatización de los procesos de producción, ellos descalifican a cualquier crítica o preocupación como un alarmismo injustificado, comparándola con la rebelión de los luditas en Inglaterra a comienzos del siglo XIX: costureros que destruían a las máquinas de hilar automatizadas por las primeras máquinas de vapor.

Aunque estoy a grandes rasgos a favor de la innovación, personalmente, distinguiría entre la ciencia y la tecnología. Porque el primero se trata de la búsqueda del conocimiento, el segundo se trata del uso del conocimiento para el beneficio humano. La ciencia es totalmente neutral, pero la tecnología sí que reflejan las ideologías e intereses de quién lo desarrolla. Por ejemplo, las investigaciones químicas que descubrieron las propiedades de compuestos químicos y estructuras orgánicas es ciencia pura. Pero el uso del conocimiento para fabricar medicamentos que salvan millones de vidas, o armas químicas que matan a miles de personas, es tecnología. Estoy 100% a favor de la investigación científica, pero acerca de la tecnología tengo mucho más reservas.

Hablando de las tecnologías actuales, un ejemplo son las redes sociales. Por un lado, tengo que reconocer que Google, Facebook, WhatsApp y Youtube me han facilitado la vida privada en muchos aspectos, pero por otro lado, analizando el impacto que han tenido esas aplicaciones en la sociedad en conjunto, no estoy tan seguro que el saldo haya sido positivo. Los algoritmos que gobiernan esas plataformas no son nada neutrales. Si ellos quieren que una noticia, verdadera o falsa, sea vista, leída y compartida por millones, pueden hacerlo. Como consecuencia, el éxito de una publicación ya no depende de la calidad, claridad y profundidad de la información presentada, sino del algoritmo de Facebook o Twitter que le da visibilidad, y de la reacción visceral que provoca su titular entre los usuarios. No es de sorprender que la proliferación de redes sociales ha coincidido con el auge de políticas identitarias por todo el mundo, reivindicaciones basadas puramente en el sentimiento (a menudo victimista), pero carecen de todo fundamento lógico ni ofrecen soluciones realistas, sino solo buscan el enfrentamiento entre un colectivo y otro.

Acerca de las tecnologías del futuro cercano, la inteligencia artificial tiene una potencia enorme, pero dependiendo de para qué lo utilizamos y a quién beneficia, puede aportar soluciones a una multitud de problemas actuales o acentuar las desigualdades y injusticias. A pesar de que un robot puede diagnosticar una enfermedad basta con mirar a alguien a la cara, operar un tumor con mayor precisión que cualquier cirujano, o identificar los micro-plásticos disueltos en el mar, no deja de ser un algoritmo que carece de sentido ético. En su artículo Inteligencia Artificial: ¿Progreso o Retroceso?, la investigadora de la universidad de Oxford Carrisa Féliz declara:

«Los algoritmos no son ni seres sintientes ni agentes morales. Son incapaces de sentir dolor, placer, remordimiento o empatía. Son incapaces de entender las consecuencias de sus acciones —solo los seres que pueden experimentar dolor y placer pueden entender lo que significa infligir dolor o causar placer. Los algoritmos no tienen valores ni son capaces de hacer una excepción a la regla. No toman en cuenta que en muchas ocasiones las transgresiones humanas son producto de la injusticia (la falta de oportunidades que lleva al crimen, por ejemplo). No pueden reflexionar sobre el tipo de vida que quieren llevar, o el tipo de sociedad en la que quieren vivir, y actuar en consecuencia. Un coche autónomo no puede decidir andar menos kilómetros para no contaminar. Un robot de guerra no puede convertirse en pacifista después de reflexionar sobre las consecuencias de los conflictos armados. Los algoritmos no pueden tener consciencia social.»

Así que en mi opinión, es apto emplear la inteligencia artificial como un asistente para realizar tareas humanas, pero no para sustituir a los humanos. Por esta misma razón, la Universidad de Stanford ha creado un Instituto para la Inteligencia Artificial Centrada en los Humanos, un organismo formado por filósofos, economistas, psicólogos y antropólogos, cuyo propósito es evitar que desarrollemos la inteligencia artificial de forma tan negligente que un día los robots se conviertan en nuestros peores enemigos. El País publicó esta entrevista con su director: John Etchemendy en 2019, que en sus palabras, proclamó:

«Pasar de donde estamos ahora a algo que se parezca a los robots que vemos en las películas supondrá décadas. Previamente tenemos que decidir si queremos llegar a ellos. Podemos conseguir enormes beneficios de la inteligencia artificial sin tener que recrear jamás un modelo de inteligencia artificial similar a un ser humano. No es necesario. Tenemos un planeta lleno de seres humanos: ¿para qué queremos crear seres humanos artificiales? El objetivo se supone que es crear artefactos que nos permitan vivir mejor, que ayuden a los humanos de diferentes formas, a cumplir diferentes tareas.»

Pero entre todos los proyectos de investigación y desarrollo más punteros, él que más escalofríos que me da es la interfaz entre cerebro humano y la máquina. En los últimos 5 años, Neuralink, una empresa creada por Elon Musk, Facebook, Google y varias empresas chinas han recibido cientos de millones de euros de inversión para construir una conexión entre el cerebro humano y el ordenador, para que podamos realizar búsquedas en internet con un pensamiento y descargar la información directamente en nuestro cerebro. Es decir, que el internet se convierta en una ampliación de nuestra mente. En la actualidad, el proyecto todavía se encuentra en la infancia, pero varios neurocientíficos que participan en la investigación, liderado por el español Rafael Yuste, han mostrado una profunda preocupación de las implicaciones éticas, y manifiestan por establecer una serie de neuroderechos protegidos por la ley antes de que esta tecnología salga al mercado.

Desde mi punto de vista, la interfaz cerebro-ordenador puede servir de gran utilidad para que un parapléjico pueda mover su cuerpo a través de pensamientos, o un ciego pueda «ver» una imagen proyectada directamente en su cerebro. Pero para que una persona sin descapacidades no tenga que teclear o pronunciar unas palabras para realizar una búsqueda, me parece una tecnología demasiado invasiva que viola la última frontera de la intimidad: los pensamientos privados. Ahora es fácil decir que «yo nunca conectaría mi cerebro al internet». Pero el momento que la tecnología se populariza y todo el mundo está conectado, si no estuvieses conectado, te quedarías excluido de la sociedad. Es como en 2010, mucha gente aun decía que «nunca tendría Smartphone», pero pocos han cumplido ese juramento en 2020.

Considerando que nuestros smartphones ya nos espían y en más de una ocasión, lo que comentamos en una conversación privada aparece como un anuncio en Facebook, Youtube o Google, ¿imagínate cómo sería la vida si conectáramos nuestros cerebros al internet? Mientras que podemos controlar lo que decimos o tecleamos, no podemos controlar lo que pensamos. Y con el cerebro conectado al internet, las empresas como Google, Facebook y Amazon no solo tienen el big data sobre nuestros gustos, inquietudes e ideas políticas, sino también de nuestros sentimientos más privados, pensamientos más oscuros y fantasías sexuales más íntimas. Y si la tecnología permitiera descargar el resultado de una búsqueda directamente en nuestra memoria, también podría descargar un virus, recuerdos falsos o pensamientos ajenos.

En total, vivimos en un mundo en que la tecnología avanza a un ritmo mucho más rápido que la psicología, filosofía y ética humana puedan adaptarse. No tengo claro cuál será la manera más adecuada para asegurar que los nuevos inventos mejoran la calidad de vida de la mayoría de los seres vivos en vez de perjudicarla, pero lo que tengo seguro es que el mercado libre sin regulación, Laissez-faire, no es la solución.

La peatonalización, la gentrificación y el éxodo a la periferia

11 Feb

El otro día, leí este artículo muy informativo sobre la historia demográfica de París, que desde hace siglos, había vivido una lucha entre las élites que vivían dentro de las muralla, y las clases populares que residían fuera. En el siglo XX, el antiguo muro fue derrumbado y en su lugar levantaron una autopista circular conocida como el Bulevar Periférico, que continua siendo una frontera de separación entre los del dentro y los del fuera.

En 1921, la población de París llegó al pico demográfico de 2.9 millones de habitantes, y a partir de ahí empezó a disminuir. El mayor éxodo sucedió entre los años 50 y 70, cuando levantaron extensas barriadas populares en los municipios periféricos conocidos como banlieue, donde miles familias obreras cambiaron sus apartamentos pequeños y sin aseos de París por pisos con cuartos separados, salón, cocina, cuarto de baño y todos los servicios modernos. A día de hoy, París capital tiene un población de 2.2 millones, pero en la zona metropolitana viven unos 10 millones, y siguen creciendo.

Durante los últimos años, la alcaldesa Anne Hidalgo ha realizado una gran inversión en ampliar las zonas peatonales, parques, carriles de bicicleta y redes de transporte público, para convertir la capital en una ciudad más sana, habitable y acogedora. Pero lo que no ha podido frenar es la subida sin freno del precio de la vivienda, que después de haber expulsado a la clase obrera a los banlieue, está expulsando a la clase media. Mientras el nivel medio económico del residente de París capital sigue subiendo, los trabajadores humildes viven cada vez más lejos de la capital. Y los más pobres se instalan en comunidades dónde ni siquiera llega el transporte público.

Por un lado, el ayuntamiento de Paris presume de que la mitad de sus residentes se desplazan a trabajo en bicicleta, a pie o en transporte público, que la ciudad es más verde y la calidad de aire ha mejorado. Pero lo que no menciona es que para muchos residentes de los banlieue, el único modo de acceder a la ciudad es en coche. Y cada mañana, los atascos que se forman en las carreteras fuera de Paris están más congestionados que nunca. El colmo de descontento de las clases populares estalló en 2017 con la revuelta de los chalecos amarillos. Entre los manifestantes hay gente de diversas situaciones sociales, pero entre ellos hay muchos antiguos parisinos expulsados a la periferia por la subida de precios, donde tienen que coger el coche para todo. Y ahora, encima les sube la gasolina…

Según las últimas elecciones, los Socialistas y Verdes son las formaciones políticas más populares en París capital, pero en muchos banlieue a 30km de la capital, la fuerza dominante es el Frente Nacional. La brecha entre las clases acomodadas dentro de la capital y las clases populares de fuera se hace cada vez más inconciliable, y no solo en temas económicos, sino también en lo ideológico y cultural. Para los primeros, las principales preocupaciones son el medio ambiente, la salud, la justicia social y la sostenibilidad del model económico; para los segundos, es llegar al fin del mes.

La situación de Madrid

Tanto El País como en El Confidencial han publicado estudios sobre el cambio demográfico en España de 2009 a 2019. En resumen, la población española sigue concentrándose en las grandes ciudades mientras los pueblos y las capitales provincianas se vacían. Sin embargo, en Madrid capital, la población ha disminuido en varios distritos, sobre todo en los más céntricos.

Durante la primera década del siglo XXI, el paisaje de Madrid capital sufrió una gran transformación. Por un lado, la burbuja inmobiliaria encareció la vivienda, impulsó el crecimiento urbano y atrajo la llegada de cientos de miles inmigrantes extranjeros que inyectaron sangre nueva a muchos barrios envejecidos. Por otro lado, el alcalde Alberto Ruiz-Gallardón realizó un ambicioso plan de reforma urbanística para soterrar carreteras urbanas y ampliar parques y zonas peatonales, mejorando la calidad de vida en muchos barrios.

Entre 2003 y 2008, el precio de la vivienda llegó a tan alto que la única manera que los jóvenes pudieran independizarse era comprar piso sobre plano en una zona aún no edificada. Ese fenómeno impulsó la construcción de nuevos barrios en la periferia de la ciudad y en los pueblos alrededores. Pero pronto, esos nuevos parques de vivienda también cayeron presa a la especulación, que obligó la construcción de nuevos barrios en la periferia de la periferia. Pero paradójicamente, cuando el precio de la vivienda llegó al punto más caro en 2007, había más casas vacías que nunca en la capital.

Cuando estalló la crisis en 2009, aunque el precio de la vivienda pegó un desplome, muchos propietarios se quedaron en el paro. Hubo miles de desahucios, pero los que tienen una casa en una zona céntrica encontraron un chollo para no perder su vivienda: alquilarla a turistas, mientras ellos se trasladan a la periferia donde el alquiler es mucho más barato. En casos extremos, hay hasta nómadas urbanos que viven en su casa entre semana, pero se desplazan a la casa de un familiar durante los fines de semanas.

Sin embargo, no tardaron mucho para que empresarios de hostelería, inversores y fondo buitres metiesen mano a ese lucrativo negocio, comprando bloques enteros para convertirlos en pisos turísticos o hoteles, a costa de los inquilinos de largo plazo. En la actualidad, la mayor batalla entre vecinos residentes y pisos turísticos se libra en Lavapies, un barrio obrero en pleno centro de Madrid que durante siglos había sido hogar de los madrileños más humildes, pero ahora corre el riesgo de convertirse en un parque temático del turismo.

Una vez que empezó la recuperación económica en 2015, el precio de la vivienda volvió a subir a un ritmo mucho más rápido que la recuperación del empleo y salario. Según el último estudio, una pareja joven con dos sueldos solo pueden permitirse vivir de alquiler en 13 de los 128 barrios de la capital. La demanda de vivienda vuelve a desplazar la población hacia la periferia de la periferia de la periferia. Y de 2009 a 2019, los pueblos cuya población que más ha crecido se encuentran en la provincia de Toledo y Guadalajara, llenándose de madrileños desplazados que viajan a la ciudad a diario para trabajar.

Como en el caso de París, la ampliación de zonas peatonales y transporte público ha convertido Madrid capital en un lugar mucho más agradable para vivir. Sin embargo, cada vez a menos gente se le puede permitir vivir ahí. Paradójicamente, la mayoría de los nuevos barrios hacia donde se desplazan las familias jóvenes han adaptado a un urbanismo totalmente norteamericano, con carreteras anchas, casas apartadas y urbanizaciones cerradas, donde las distancias son larguísimas con la ausencia total de plazas, calles comerciales y espacios públicos de convivencia tan típico de las urbes mediterráneas. Para ir al trabajo, llevar los niños al colegio o comprar el pan, hay que coger el coche. No es de sorprender que cada mañana, los atascos que se forman en las carreteras en la periferia de Madrid siguen siendo monumentales, porque la mayoría de los residentes no tienen otra alternativa.

Pero dicho eso, sigo pensando que la peatonalización de Madrid capital, la ampliación de zonas verdes y la construcción de carriles de bicicletas han sido iniciativas positivas, porque poco a poco, se extenderán a otras comunidades. Sin embargo, para mejorar la calidad de vida de la mayoría de los residentes de la zona metropolitana y para reducir la contaminación, el efecto podría tardar mucho más en manifestarse.

Si estáis interesados en explorar los barrios antiguos de Madrid que están en peligro de perder su identidad debido al éxodo de la generación joven, la gentrificación y turistificación, recomiendo el blog de Madrid No Frills, the la periodista británica Leah Pattem.