Archivo | julio, 2019

Mis ilustradores favoritos que representan la prehistoria

23 Jul

La prehistoria humana es un periodo muy largo, desde la aparición de los primeros homínidos hace 3 millones de años hasta las civilizaciones sumerias y egipcias hace poco más de 5000. Durante ese tiempo tan extenso, varias especies de homínidos habían surgido y extinguido, la agricultura y pastoreo habían sustituido la caza y recolección, las primeras ciudades se habían levantado y caído, y el hierro había sustituido bronce y el bronce había sustituido la piedra como el material preferido para fabricar herramientas.

Sin embargo, debido al retrato en los medios populares, existe un duradero mito de que antes de la civilización egipcia, todos los humanos eran trogloditas vestidos con un simple taparrabos que no se arreglaban ni se aseaban. En este post quiero presentar algunos ilustradores que retratan la prehistoria de una forma más acorde a los hallazgos arqueológicos e investigaciones científicas, aunque siempre echando un poco de su propia imaginación.

Paleontologists and their prehistoric pets

El primero que quiero presentar es el artista anónimo pelycosaur24. También tiene una página de Facebook. Su estilo se asemeja algo a dibujos animados, pero retrata ejemplares de seres humanos con su aspecto físico y vestimenta, en cada etapa de la prehistoria con un detalle bastante vivo.

Europa paleolítico
Europeos paleolíticos
El neolítico en el Oriente Medio
Los alpes durante la edad de cobre

Libor Balak – Antropark

El segundo ilustrador que quiero presentar es el checo Libor Balak, en cuya página web se encuentra una amplia colección de sus ilustraciones y textos.

Sus ilustraciones retratan con precisión la vida cotidiana durante cada etapa de la prehistoria, prestando atención en la vestimenta, las herramientas y la vivienda. Ha intentado hasta reproducir el peinado de las mujeres basado en los patrones en las estatuas de diosas. Lamentablemente, no he encontrado ilustraciones más recientes de 2014. A partir de ese año, a través del análisis genética han hecho grandes descubrimientos acerca del aspecto físico de los europeos paleolíticos, que no se parecían tanto a los europeos actuales, fruto de una mezcla entre 3 poblaciones de distintas características raciales en los últimos 5000 años.

Cosiendo ropa y bolsas en el paleolítico
La vida en una aldea mesolítica
Traje de la edad de hielo
El peinado paleolítico
Estatua vs realidad

Kathryn Killackey

Kathryn Killackey es la ilustradora oficial para retratar la vida cotidiana en el asentamiento neolítico Catalhoyuk: una urbe de hasta 10,000 habitantes poblada desde hace 9000 hasta hace 7700 años. La vida de los habitantes de dicha ciudad nos podría resultar más familiar, porque ya subsistían del cultivo de cereales y la cría de cabras y ovejas como en cualquier aldea en la historia reciente, excepto que aún no había divisiones de trabajo y todo el mundo era agricultor y a la vez artesano y comerciante.

Aquí son unos ejemplos de sus obras.

Tom Bjorklund

Pero entre todos los ilustradores, mi favorito es el islandés Tom Björklund, que retrata homínidos y humanos en cada etapa de la prehistoria con la fisonomía que corresponde al resultado de las investigaciones científicas (que por cierto, va variando con nuevas interpretaciones). Pero lo que más me gusta de él es el realismo de sus dibujos y el rostro y la expresión de los protagonistas, que parecen personas reales que puedes encontrar por la calle.

neandertales

Nadie sabe con certeza cómo era el aspecto físico exacto de nuestros ancestros durante el paleolítico y neolítico y tampoco de cómo se vestían o se peinaban. Pero dado que desde hace más de 100.000 años, nuestra especie, Homo Sapiens Sapiens, ya había desarrollado una capacidad intelectual y comunicativa igual que la que tenemos ahora, podemos imaginar que se cuidaban su aspecto físico con peinados, afeites, joyas, y estilos particulares de ropa y calzada para marcar su identidad, igual que ahora. Y la expresión de afecto entre seres queridos, sea una pareja de amantes o entre padres e hijos, era también muy parecida a la de ahora.

Gracias al trabajo de esos ilustradores, hemos podido tener una visión de nuestros antepasados, incluso de otras especies como neandertales, de una forma más cercana. A pesar de la gran diferencia en el uso de recursos, la tecnología y el estilo de vida, los seres humanos siempre han sufrido las mismas emociones, dilemas e inquietudes.

Del hambre a la obesidad

18 Jul

Durante los últimos meses he topado con varios artículos que hablan de los problemas de alimentación de la población mundial. Básicamente, en medio siglo, hemos pasado de tener miles de millones de hambrientos a miles de millones de obesos. ¿Por qué es tan difícil llegar a un equilibrio?

En este artículo voy a hacer un resumen de los principales retos de la dieta y salud durante cada fase de la historia humana.

Fase I: el cazador-recolector

Durante cientos de miles de años, los humanos habían vivido como cazadores-recolectores. Para entender su modo de vida, se puede tomar como referencia los cazadores-recolectores que han sobrevivido hasta la actualidad, como los pueblos hazda y los bosquimanos de África. En general, se alimentan de lo que les da la tierra: fruta de bosque, tubérculos, cereales salvajes, frutos secos, pescado y animales pequeños. Cada día tienen que realizar 2 horas de ejercicios de moderada y alta intensidad: caminar y correr en terreno duro, trepar rocas y árboles, excavar el suelo etc para llenar el estómago. En general, los individuos gozan de buena salud hasta edades muy avanzadas. Es cierto que por la falta de medicina moderna y servicios de emergencia, mucha gente muere a edades muy jóvenes de infecciones, diarrea y enfermedades curables, pero entre los que llegan a los 70, casi nadie padece cáncer, diabetes, hipertensión o ninguna de las enfermedades típicas del primer mundo. A grandes rasgos, el ser humano ha evolucionado para adaptarse a este modo de vida.

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Los cazadores-recolectores pasan todo el día andando

Fase II: el agricultor

Desde hace 8000 años hasta principios de siglo XX, la mayoría de las personas habían ganado la vida como agricultores. En general, aunque el cultivo de campo puede sostener poblaciones mucho más grandes que la caza y recolección, la calidad de vida de cada individuo había empeorado. Remover la tierra, plantar semillas, regar y cosechar requerían un esfuerzo físico intenso, pero la dieta del agricultor era mucho más monótono. Gracias a la desigualdad social, la mayoría de los campesinos solo se alimentaban de cereales y legumbres y los ganaderos de lácteos. La carne y verduras eran para ocasiones muy especiales. Los problemas de salud se multiplicaron, provocados por las bajas calorías, la carencia de proteínas y vitaminas, y los parásitos y las epidemias causadas por las precarias condiciones higiénicas de las ciudades y aldeas.

La mayoría de las personas eran delgadas por la malnutrición y los únicos gordos eran los ricos. Quizás durante esa época, la media esperanza de vida humana era la más corta, debida a una alta tasa de mortalidad infantil y juvenil.

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Refugiados sirios trabajando en la cosecha. Foto: JOHN STANMEYER

Fase III: el trabajador industrial

En las fábricas del siglo XIX y XX, el trabajo requería un esfuerzo físico tan extenuante como las tareas de un agricultor. Los obreros trabajaban hasta 80 horas a la semana, manteniéndose de pie cargando con peso de un sitio a otro. Según datos de Human Energy Requirements: A Manual for Planners and Nutricionists, de W.P.T. James y E.C. Schofield, así son las calorías gastadas por hora de los distintos oficios:

  • Cargar un camión: 435,9.
  • Minería de carbón: 425,3.
  • Trabajo con la azada: 347,3.
  • Jardinería: 322,7.
  • Trabajo doméstico: 196,5.
  • Trabajo en línea de montaje de coches: 176,5.
  • De pie, trabajo ligero (como atender en una tienda): 140.
  • Usar teclado sentado: 96,9.

Pero en comparación con sus antepasados agricultores, el trabajador industrial, por vivir en ciudades, tenía acceso a mayor cantidad de alimentos y servicios médicos. A medida que luchaban por sus derechos, las condiciones laborales se iban mejorando hasta conseguir una semana laboral de 40 horas. La mortalidad infantil se reducía y la esperanza de vida aumentaba. Pero el mayor reto seguía siendo que las calorías que ingerían no compensaban las que gastaban con el duro trabajo físico, y las condiciones insalubres de las ciudades industriales.

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Fase IV: el oficinista

En las economías desarrolladas, 80% de puestos de trabajo requieren sentarse en una oficina delante de un ordenador durante 8 horas al día. A la par que el trabajo se ha vuelto sedentario, el coche ha sustituido las piernas y la bicicleta como el modo de transporte más común, el ascensor ha sustituido las escaleras, y la escasez de alimentos ha sido sustituido por el exceso de comida basura. Se disparó la epidemia de obesidad y todas las enfermedades relacionadas como los cánceres, el diabetes y las enfermedades cardiovasculares. Aunque vivimos más años que nunca gracias a los avances en la medicina, gozamos de un peor estado de salud en comparación con los cazadores-recolectores.

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La dificultad de llegar a un equilibrio es porque cambios en un entorno siempre vienen acompañados por cambios en otros. Cuando todo el mundo iba andando a trabajo, el trabajo era más físico y la comida era baja en calorías, así todo el mundo estaba siempre al borde del hambre. Pero una vez que la comida se ha vuelto abundante, el trabajo también se ha vuelto menos físico y la gente ya no tiene que dar ni un paso para desplazarse. Antes, un cazador-recolector, agricultor o trabajador industrial podía mantenerse en forma llevando su vida normal, ahora un típico oficinista se ve obligado a hacer deporte para quemar el exceso de calorías que ingiere. Y contraria a la situación de las sociedades agrícolas, la obesidad se manifiesta más entre las clases humildes, porque los ricos disponen de más tiempo, infraestructura y recursos para practicar deporte.

En mi opinión, igual que los trabajadores industriales habían luchado por la semana de 40 horas, la jubilación a los 65 y mejores condiciones de seguridad en las fábricas, en el futuro, los oficinistas tendrán que luchar por el derecho de disponer de al menos una hora al día para realizar ejercicio físico, y el acceso a alimentos de calidad a precio asequible.

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El tiempo de realizar ejercicio debe convertirse en un derecho básico.

La obesidad informativa

Cambiando de tema, se me ocurre que hay otro fenómeno que ha seguido un camino paralelo a lo de la alimentación: la información. Igual que con la industrialización la escasez de alimentos ha sido sustituido por la abundancia de comida basura, con el internet y las redes sociales: la escasez de información ha sido sustituido por la abundancia de información basura.

¿Qué se califica como información basura? Son todas las discusiones que surgen de ofensas absurdas, las polémicas levantadas por asuntos nimios, los bulos, los memes alarmistas y victimistas, los titulares incendiaros que provocan la lucha entre sexos, razas y colores, las noticias sensacionalistas que tienen una mínima repercusión en la mayor parte de la sociedad etc.. Porque como la comida basura, te capta la atención, te provoca, te engancha y una vez que te metes en ella, te quedas atrapado en sus polémicas aunque al fin y al cabo, no te aportan más conocimiento ni más conciencia. Tampoco mejoran tus relaciones sociales o tu bienestar psicológico. 

Igual que es necesario cuidar la alimentación para mantenerse en forma, también es necesario hacer dieta informativa para serenar la mente e informarse solo de los asuntos realmente importantes, filtrando el ruido.

Fuentes:

https://elpais.com/elpais/2019/07/15/planeta_futuro/1563179033_926942.html

https://www.yorokobu.es/calorias-que-quemamos-trabajando/

https://www.newscientist.com/article/mg24232340-300-how-many-steps-a-day-do-you-really-need-spoiler-it-isnt-10000/

https://www.theguardian.com/commentisfree/2018/aug/15/age-of-obesity-shaming-overweight-people