Uno de los acontecimientos del siglo XX que más me interesa y fascina fue la Guerra Civil Española. Estudiándola desde el punto de vista histórico, lo entendemos como una lucha ideológica entre las “dos Españas”, una que deseaba implantar un cambio profundo en la sociedad española, otra que pretendía conservar a toda coste las viejas tradiciones.
Más de 75 años después, las heridas todavía no se han cicatrizado y a día de hoy, la historia de esta guerra se sigue contando desde el punto de vista de propaganda política mucho más que desde un análisis objetivo.
A mí, sin embargo, las preguntas que más me hago son:
- Antes de estallar la guerra, ¿cuántos españoles eran “republicanos convencidos”, cuántos eran “nacionales convencidos”, y cuántos eran dudosos?
- Durante la guerra, ¿cuánta gente realmente luchó con el bando que correspondía a su ideología?
- ¿Hasta qué punto un ciudadano de la época podía elegir en qué bando luchaba?
Supongo que una vez cada bando había establecido su territorio, todos los que se encontraban en esa zona eran automáticamente de su bando, independientemente de su ideología. La única época de la guerra en que un ciudadano normal podía elegir el bando en que luchar eran los primeros 5 días, cuando un intento de golpe de estado triunfó en algunas regiones de España, pero fracasó en otras.
Los orígenes de la Guerra Civil se remontaron a los inicios de la Segunda República en 1931. España era un país con 25 millones de habitantes, la mitad de ellos analfabetos, y toda la riqueza estaba concentrada en manos de un elite formada por la Iglesia, los terratenientes y los industriales. También era una época en que los movimientos obreros se consolidaron en las zonas urbanas, donde los sindicatos jugaron un papel crucial en la vida de los trabajadores industriales.
Tras las elecciones de 1931, el gobierno de Azaña intentó llevar a acabo varias reformas para redistribuir la riqueza, educar a las masas y separar la Iglesia del estado, pero algunos cambios resultaron demasiado radicales para que mucha gente, ya acostumbrada a las viejas rutinas y privilegios, pudiera asimilar. Eso, junto a la recesión económica a causa de la Gran Depresión, llevó a la radicalización de la sociedad, con algunos abrazando el anarquismo y la revolución proletaria, otros creyendo que la única forma de establecer orden en la sociedad era a través de una dictadura militar o un régimen nacionalsocialista inspirado en la Italia Fascista.
Existe un tópico duradero que la mayoría de la gente pobre era de izquierdas y los ricos eran de derechas. En las ciudades industriales eso probablemente era verdad por la lucha de clases entre los trabajadores y el patronal, pero en el campo, muchos campesinos humildes eran muy religiosos y tradicionalistas, y probablemente simpatizaba más con la derecha por su vínculo con la Iglesia. Entre la derecha también estaba la Falange, que a pesar de su nacionalismo español radical, reivindicaba una política social generosa para las clases humildes, que también podía haber atraído muchos votantes obreros.
Por otro lado, algunos miembros de la burguesía urbana, por poseer estudios universitarios, haber viajado a países extranjeros y conocido otros horizontes, también abrazaban las ideas republicanas del estado laico, la libertad sexual y la justicia social.
La radicalización política llegó también a las fuerzas de seguridad, ya que existía 2 cuerpos de policía militar: la Guardia Civil, asociada más con políticos de derecha, y los Guardias de Asalto, con mayor afiliación con la izquierda.
En las fuerzas armadas las opiniones tampoco estaban unidas. Desde general hasta soldado raso, había gente simpatizante de ambas posturas políticas. Pero en general, en el Ejercito de Tierra la mayoría de los oficiales tenían ideas conservadores, en el Ejercito de Aire dominaban ideas republicanas; en la Marina los oficiales eran mayoritariamente conservadores pero los marineros y suboficiales eran republicanos.
En Julio 1936, un grupo de oficiales militares planearon un golpe de estado para derrocar a la república y establecer una dictadura de carácter militar. La idea era sublevar primero los cuarteles de Marruecos, formados por los soldados profesionales de la Legión Extranjera y los regulares marroquíes, y luego extender la rebelión hasta cuarteles de le península.
Sin embargo, militares leales a la república descubrieron el plan y difundieron rápidamente esta noticia. El resultado fue 5 días de tiroteos callejeros, caos y confusión en una batalla cuerpo-a-cuerpo sin frente. Salvo el ejército de África, casi ninguna guarnición militar secundó 100% a la sublevación.
En la mayoría de las ciudades, la guerra empezó como un tiroteo en los cuarteles militares, donde oficiales sublevados se enfrentaron con sus compañeros leales a la república. Pronto, milicias formadas por sindicatos obreros y los Guardias de Asalto se unieron a las fuerzas republicanas, mientras milicias falangistas se unieron a los sublevados. La Guardia Civil, según en qué ciudad, se unieron algunos con los republicanos y otros con los sublevados.
Los golpistas intentaron movilizar a los soldados bajo su mando, pero estos últimos tampoco se mostraron 100% obedientes. Durante el asedio del Cuartel de Montaña en el 21 de Julio 1936, soldados leales de la república se refugiaron en las plantas superiores mientras los golpistas se atrincheraron en la planta baja, y el general García de Herrán, al intentar sacar sus tropas a la calle, murió tiroteado por sus propios soldados.
En caso de la Marina, los marineros, al enterarse del golpe militar en Marruecos, arrestaron a todos sus oficiales con simpatías a la derecha, así manteniéndose leal a la república.
Al final, las fuerzas republicanas vencieron en 2/3 del territorio español, incluido la mayoría de las ciudades industriales; los sublevados vencieron principalmente en las zonas agrícolas. Ambos bandos ejecutaron a miles de combatientes del bando contrario. Hasta el día de hoy, el número exacto de muertes aun se desconocen, porque historiadores de cada bando tienden a exagerar el número de víctimas del bando contrario.
La mitad del ejército de tierra y 80% de la marina se había quedado con la República, pero 70% de sus oficiales se habían unido a los sublevados. Peor de todo, el gobierno desconfiaba de los oficiales que se habían mantenido leal, porque no sabía si lo hicieron por convicción política, o para salvar su pellejo cuando la sublevación había fracasado. Como medida de seguridad, licenció todo el ejército y entregó armas a las milicias obreras.
Lo que realmente me interesa sobre estos primeros 5 días es saber cómo lo había vivido la gente que estaba directamente involucrada.
- ¿Los hombres y mujeres que lucharon tras las barricadas para sofocar la rebelión realmente sabían contra quién estaban pegando tiros, o simplemente iban porque les había mandado?
- ¿La división ideológica entre la Guardia Civil y los Guardias de Asalto, se debía a que cada cuerpo solo reclutaba a agentes afines a su tendencia política, o la diferencia ideológica sólo era cuestión de los altos mandos?
- ¿Los policías armados que se unieron a los sublevados y los republicanos, lo hicieron por su propia convicción, o por las órdenes de su jefe?
- ¿Cómo sentía una mujer o niño cuando se enteró de que su padre, hijo o marido estaba dentro de uno de los cuarteles donde sucedían los tiroteos, sin saber en qué bando estaba involucrado?
- ¿Cuántos obreros realmente secundaron la llamada de los sindicatos para formar milicias? ¿Cuántos obreros eran de derechas y cómo lo vivieron?
- Los ciudadanos a pie, al ver hombres armados pegando tiros, ¿cómo diferenciaban los sublevados de los republicanos?
- ¿Cómo sentía un soldado, guardia civil, guardia de asalto o miliciano cuando en el medio de un tiroteo, se dio cuenta de que el bando en que estaba no era lo de sus convicciones políticas? ¿Cuántos intentaron pasarse a otro lado?
Y más importante de todo: ¿Cuántas personas realmente aprovecharon estos primeros 5 días de confusión para unirse al bando que correspondía a lo suyo?
A día de hoy, encontrar respuestas a esas preguntas ya es una tarea difícil.
Muchos (¿todos?) combatientes que se había unido al bando que había perdido estos 3 días de batalla fueron ejecutados en los días posteriores. Los que no, muchos no sobrevivieron los 3 años de guerra, y después de la guerra, durante 40 años de Franquismo, nadie podía contar una historia de estos 3 días que no encajaba con la versión oficial del estado.
La primera vez que alguien podía hablar de su experiencia personal durante esos 3 días fue ya más de 40 años después de los hechos, y muchos, ya por costumbre o por miedo, preferería callarse.