Archivo | abril, 2016

Los orígenes del populismo y sus peligros

6 Abr

Voy a empezar este artículo hablando de uno de los personajes históricos que más admiro: Tiberio Graco. Para conocer los detalles, podéis ver este video de un documental dramatizado de la BBC. Pero aquí cuento una versión muy resumida de su historia.

Antes de que Roma se convirtió en el imperio que todos conocemos, era una república gobernada por un senado, formado por 500 miembros de la élite social. Los ciudadanos de a pie podían participar en decisiones políticas a través de asambleas de la plebe, presididas por tribunos, pero el senado tenía el poder de vetar sus propuestas.

La mayoría de los ciudadanos romanos de la época (siglo V – II a.c.) eran campesinos propietarios de pequeñas granjas. Todos tenían el derecho de votar y la obligación de prestar servicio militar. Esta clase media de campesinos-soldados formaba la base de la sociedad republicana y la fuente de estabilidad social. Sin embargo, durante el siglo II a.c. la situación empezó a cambiar. La expansión colonial por nuevas tierras en Hispania, Galia y África hizo alargar las campañas militares. Los soldados, que antes pasaban solamente unos meses fuera de casa, ahora se ausentaban durante varios años, y muchos nunca volvieron.

Asamblea plebeya

Asamblea plebeya

Al estallar la tercera Guerra Púnica, muchas familias campesinas tenían todos los hombres de edad militar en el ejército. Con solo mujeres, niños y ancianos atendiendo el campo, muchas se arruinaron y tuvieron que vender su tierra a un precio muy barato a los especuladores. Los soldados, al volver de las campañas militares, descubrieron que sus granjas familiares habían desparecido. Sin hogar ni medios para ganarse la vida, acabaron en Roma malviviendo en la calle, formando una clase marginal cada vez más numerosa.

En la adquisición de tierras de campesinos arruinados, los especuladores habían encontrado un negocio cada vez más lucrativo. Cuanto más territorio conquistaban en el extranjero, más hombres podían llamar a filas, más familias se arruinarían y más tierras se podrían comprar a precio barato. En pocos años, el paisaje agrario había transformado de forma radical: las granjas familiares de toda la vida habían desparecido, sustituidas por grandes latifundios de terratenientes poderosos, trabajados por esclavos capturados de las conquistas extranjeras.

Algunos tribunos de la plebe habían exigido soluciones a esta creciente desigualdad, pero el senado, dominado por los lobbies de especuladores y terratenientes, ignoró las peticiones. A la mayoría de los tribunos les sobornaron, y a los más revolucionarios les destituyeron directamente, poniendo en su lugar a marionetas.

Barrio popular en la antigua Roma

Barrio popular en la antigua Roma

Tiberio Graco era el hijo de una familia acomodada, pero gracias a la educación de su madre, desde muy joven había poseído un fuerte sentido de justicia social. Regresó de la tercera Guerra Púnica como un héroe nacional por ser el primer soldado en escalar los muros durante el asedio de Cartago, y aprovechando su prestigio social, decidió dedicarse a la política presentándose como tribuno de la plebe.

En la asamblea de la plebe, Graco propuso una serie de reformas agrarias, subiendo impuestos a los ricos, persiguiendo el fraude fiscal y dando al estado el poder de apropiar terreno de latifundios que habían superado 125 hectárea, para redistribuirlo entre los más necesitados; también propuso un sistema rudimentario de la seguridad social para asegurar el bienestar básico de los ciudadanos con menos medios. Sus propuestas fueron bien recibidas por la plebe, pero no sentaron muy bien en el senado porque amenazaron los intereses de la élite.

Tiberio Graco, en una caricatura del siglo XIX

Tiberio Graco, en una caricatura del siglo XIX

Gracias a su carisma, excelente poder oratorio y lenguaje callejero, logró ganar el corazón de las masas. Cuando el senado intentó vetar sus propuestas, Graco llamó a la desobedencia masiva en un acto parecido a una huelga general, con docenas de miles de seguidores tomando las calles, cerrando mercados, templos y paralizando toda la ciudad hasta que el senado aprobase sus propuestas. Era la primera vez que una ley se aprobó no por la votación en el senado, sino por la movilización de las masas. Era un acto anticonstitucional, pero la única manera de imponer la voluntad del pueblo.

Hasta el día de hoy, los historiadores aún discuten sobre las verdaderas intenciones de Graco. Algunos lo consideran un revolucionario idealista motivado por el compromiso social con los más desfavorecidos, otros lo descalifican como un oportunista que manipuló a las masas con discursos demagogos para conseguir el poder personal. La verdad nunca se pudo saber, porque dos años después de la aprobación de su reforma agraria, él murió asesinado por matones contratados por los terratenientes.

La muerte violenta de Tiberio Graco

La muerte violenta de Tiberio Graco

Tras su muerte, sus seguidores formaron un partido político, los populistas, que defendían los derechos del pueblo, frente a los optimates, que defendían los intereses de la élite senatorial. Aunque las reformas sociales de Graco eran totalmente legítimas, muchos de sus sucesores no tuvieron motivos tan legales. Aprovechando la rabia y la desesperación de la clase proletaria, hacían discursos incendiarios para provocar el odio hacia la élite senatorial, mientras elogiaban a los pobres con pan y circo. La lucha entre los partidos se convirtió en un juego de poder entre los que pretendían dominar la sociedad desde arriba con dinero y influencia, y los que pretendían dominar la sociedad desde abajo con la manipulación de las masas.

Tras varias décadas de revueltas populares, violencia callejera, golpes militares y guerras civiles, los populistas ganaron, e irónicamente, sus líderes se convirtieron primero en dictadores y luego en emperadores, acabando con el régimen republicano para siempre.

Los líderes del movimiento populistas se convirtieron en los primeros emperadores

Los líderes del movimiento populistas se convirtieron en los primeros emperadores

El ejemplo de Roma se ha repetido varias veces durante toda la historia. Durante los siglos XIX y XX, muchos políticos, entre ellos Napoleón, Lenin, Stalin, Hitler, Mussolini Juan Perón, Hugo Chavez…, habían llegado al poder dominando la sociedad a través de la movilización de las masas. A día de hoy, el populismo está volviendo a ganar pulso en Europa y América, tanto los de izquierda como los de derecha.

Los populismos suelen ganar terreno cuando hay un sentido de indignación general entre los ciudadanos, que no sienten representados por ningún partido político tradicional. Igual que en la asamblea de Graco, es una manera de expresar el verdadero sentimiento del pueblo, muchas veces ignorado por la élite política. Aunque inicialmente las causas pueden ser totalmente legítimas, cuando se juntan cientos de miles de ciudadanos enfadados, podría convertirse en una masa fácilmente manipulable como los hinchas de un partido de futbol, que en vez de buscar soluciones, buscan un chivo expiatorio para linchar. Los políticos oportunistas aprovechan esta ocasión para prometer soluciones milagro a problemas complejos y señalar a un colectivo, normalmente uno fácilmente identificable, como el culpable de todo.

Los populistas de derecha suelen jugar con el miedo

Los populistas de derecha suelen jugar con el miedo

Los populistas de izquierda tienden a hacer discursos para provocar el odio hacia la elite socioeconómica; los populistas de derecha suelen despertar los sentimientos nacionalistas, promoviendo el orgullo patriota y echando la culpa de todos los males de la sociedad a extranjeros o minorías étnicas y religiosas. Pero ambos juegan con el lado sentimental, en vez de racional, de los ciudadanos, simplificando situaciones muy complejas en una lucha entre «ellos», los malos, contra «nosotros», los buenos.

Tradicionalmente, la comunidad judía en Europa y la diaspora china en Asia, por ser minorías étnicas económicamente destacadas, solían convertirse en el chivo expiatorio de todos los populismos. Por eso, a pesar de que Tiberio Graco siempre será uno de mis ídolos por su valentía, principios y compromiso social, tengo una fuerte desconfianza hacia su legado secundario, el populismo.

Linchamiento de judíos, Rusia, 1881

Linchamiento de judíos, Rusia, 1881