Mi impresión de Uzbekistán parte II: la sociedad

8 Sep

En este segundo artículo sobre nuestro reciente viaje a Uzbekistán, voy a hablar de mi impresión de la sociedad uzbeka. Por supuesto, solo estuvimos un poco más de una semana en el país, y mi conocimiento es muy superficial. Sin embargo, creo que sigue mereciendo la pena compartirla.

La demografía

Uzbekistán es el país más poblado de Asia Central, con más de 32 millones de habitantes. Debido a la alta tasa de natalidad, un tercio de la población tiene menos de 14 años.

Étnicamente, 80% de la población son uzbekos, con los tayikos como la minoría más numerosa, a 10%, concentrados en ciudades como Samarcanda, Bujara y Jiva, donde constituyen la mayoría de la población urbana.

¿Cual es la diferencia entre los dos grupos étnicos?

Los uzbekos hablan un idioma de la familia turca, que se entiende con la lengua de los kazajos, kirguizos, turcomanos y los turcos de Turquía. Físicamente, tienen más rasgos de Asia Oriental, como los ojos rasgados y pómulos sobresalientes, pero se distinguen de chinos y japoneses en que suelen tener el tabique muy prominente. Aquí es una foto de nuestro guía de Tashkent con su familia, de etnia uzbeka.

Los tayikos, en cambio, hablan un idioma de la familia iraní, que se entienden con el persa. Físicamente, tienden a tener rasgos propios del Oriente Medio e India. Esta vendedora del mercado de Samarcanda es un ejemplo.

En ciudades de mayoría tayika como Samarcando y Bujara, la gran mayoría de la población es bilingüe en ambos idiomas, y también hablan el ruso como lengua internacional.

Aunque los dos grupos llevan varios siglos de convivencia, matrimonios interétnicos son aún escasos, porque más de la mitad de los matrimonios son concertados. La gente tiende a casarse muy joven, y tener hijos enseguida.

El comportamiento social

Lo que más me ha impresionado del país nada más de llegar, es el orden. Los conductores suelen obedecer las señales de tráfico, parando en cruces de peatones en una carretera de 4 carriles. Por el suelo no suele ver nada de basura. Y por la calle no se ve ningún borracho, drogadicto, indigente, o pandillas de chavales gamberros. En total, da una sensación de seguridad total, de que una mujer puede viajar sola por el país sin preocuparse nunca del acoso.

Contrario a los persas, que tienden a ser alegres y hospitalarios, la mayoría de los uzbekos son de carácter reservado y poco expresivos. Solo sonríen o se ríen cuando tienen un buen motivo. Y hablan bastante bajo. Pero son muy educados, aunque a veces secos.

Desde mi experiencia, los más abiertos son los adolescentes, que en algunas ocasiones se han acercado a nosotros para salir en las mismas fotos. Quizás es por la curiosidad de conocer al mundo exterior.

En general, al menos durante el verano, la gente suele pasar bastante tiempo en la calle para divertirse: a pasear, a charlar en un banco, o a jugar a ping-pong. Distinto a España, no hay cultura de ir a terrazas o bares, así que la gente se divierte en los parques y las aceras. No conozco cómo será la vida social durante el invierno porque según me cuenta, suele hacer 10 grados bajo cero.

Un entretenimiento muy popular son los teatros de títeres. Y visitamos una tienda especializada en vender marionetas. Para entretener a los españoles, hicieron hasta muñecos de José María Aznar y Miguel Ángel Revilla.

La situación de la mujer

Antes de 1920, los uzbekos practicaban una estricta separación de sexos, y cualquier mujer mayor de 13 años solo podía salir de casa cubierta de cabeza a pies bajo una burqa, mostrada en la imagen abajo.

Tras la revolución rusa, los bolcheviques prohibieron el burqa, obligaron a tanto niños como niñas a estudiar en colegios, y a las mujeres a trabajar. El lado oscuro del legado es que mandaron a muchas mujeres a recoger el algodón, y muchas perecieron por no aguantar las duras condiciones de trabajo, o desarrollaron enfermedades provocadas por las pesticidas.

A día de hoy, las mujeres son muy visibles en la vida pública. Llevan tiendas, puestos de mercado y ocupan la mayoría de los puestos de cara a público. Pero según nos contaron varios guías, la libertad sexual aún tiene mucho que desear. No está bien visto mantener relaciones sexuales antes de matrimonio, y el divorcio es aún un tabú, más cuando es la mujer que lo solicita. Por la calle, 1/3 de las mujeres llevan el velo. Pero las que no, suelen llevar ropa holgada para ocultar los contornos de su cuerpo, como un vestido largo, o una camisa ancha abrochada hasta el cuello.

La economía

Tradicionalmente, el sector fuerte de la economía uzbeka era la agricultura. A pesar de tener un clima desértico, los ríos que atraviesan la parte occidental del país, el Valle de Fergana, aportan irrigación para poder cultivar una gran variedad de alimentos, desde arroz, legumbres, zanahorias hasta fruta como melón, sandía y uvas. Pero el producto estrella es el algodón.

La historia oscura del algodón es que cultivarlo a nivel industrial, necesitaba mucha agua, por eso desviaba el río Syra Darya para alimentar a los cultivos. Como consecuencia, el río ya no llegaba a Mar Aral, antiguamente el cuarto lago más grande del mundo. Y desde los años 60 del siglo pasado, empezó a secarse. A día de hoy, solo queda un 10% de la superficie. Es uno de los mayores desastres ecológicos provocados por el hombre.

En la actualidad, el sector que más crece es el turismo. Y se nota que muchas ciudades están invirtiendo mucho en la infraestructura turística. En 2022, la mayor parte del turismo aún es interno, de uzbekos de viajando por su propio país. Pero cada año llegan más turistas extranjeros.

También nos hemos dado cuenta de que hay muchos proyectos de construcción en la ciudad, tanto de viviendas y locales de comercio nuevos como en el mantenimiento de las aceras, las carreteras y los edificios viejos. Nos preguntamos si se trata de una burbuja inmobiliaria. Pero dado que la población es joven y rápidamente creciendo, con una posible migración masiva del campo a la ciudad, quizás las construcciones sean necesarias.

Otra cosa que me he dado cuenta es que hay un montón de niños trabajando. No solo en el mercado ayudando a sus padres atender el puesto o cargar la mercancía, sino también en obras de construcción. No sé cual es la edad mínima de trabajar. O quizás los adolescentes aparentan más pequeños con la misma edad.

En general, los uzbekos desconfían de su propia moneda, gracias a la mega-inflación durante los años 90. Muchos tienen la mayoría de sus ahorros guardados en casa, en vez de en un banco, en billetes de euros o dólares americanos.

Comer y beber

El plato nacional de Uzbekistán es el “plof”: hecho a base de arroz, con legumbres, zanahoria y tiras de ternera. También se comen muchos “kebabs”, que es lo que nosotros llamamos “pinchos morunos”.

También disponen de muchos platos de pasta y de empanadas, tanto al vapor como frito.

Como musulmanes, la mayoría de los uzbekos no beben alcohol. Pero el país sí que producen vino y cerveza. Y el vino de Samarcanda tiene renombre. El alcohol solo se sirve en restaurantes y tiendas con licencias especiales, aunque en ciudades muy turísticas como Jiva y Bujara, se lo encuentra en cada vez más sitios.

Las porciones, tanto de bebida como de comida, suelen ser generosas. La cerveza no se sirve en ninguna unidad menor de medio litro. Y una vez cuando pedí un zumo en un bar, me trajo un bote del litro de zumo, en vez de un vaso.

El transporte público

En Tashkent hemos movido en metro. Y entre Tashkent, Samarcanda, Bujara y jiva hemos movido en tren. En los primeros 2 trayectorias cogimos una vía de alta velocidad. En el último uno tren más estándar. En total, tanto el uno como el otro funciona bastante bien. Y las estaciones de ferrocarril también suelen tener todos los servicios modernos.

Impresión general

Mi impresión general del país y su gente es muy positiva.  Es un país agradable, seguro, limpio y ordenado, donde la gente suele ser muy honesta. Pero también se percibe que es un país en el medio de una profunda transformación. Mi visión del país es una foto de 2022. Seguro que en 2030, la situación será muy distinta, igual que en 2012.

Solo espero que ciudades como Samarcanda y Bujara no expulsen a sus residentes humildes del centro de la ciudad demasiado pronto, y que puedan seguir disfrutando de las vistas señoriales de las mezquitas, mausoleos, palacios y madrasas durante muchos más años, igual que los turistas.

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