La gran mayoría de las sociedades humanas son patriarcales, y eso ha sido la norma durante los últimos milenios de historia, al menos en todas las civilizaciones complejas. Hasta en pueblos matrilineales y matrilocales donde la propiedad y la herencia se trasmite de madre a hija, como los tuaregs del Sáhara y los cherokees y navajos de América, los de la cúpula del poder político, militar y económico siguen siendo hombres.
¿Por qué tantos pueblos de distintas culturas, creencias y estilos de vida han adoptado este mismo comportamiento social? Hay varias hipótesis. En este artículo voy a presentar los 4 explicaciones más comunes, y mis argumentos para rebatirlos.
Hipótesis 1: los hombres sometieron a mujeres por la fuerza física
Una explicación muy popular es que los hombres lograron dominar a las mujeres por la fuerza física, obligándolas a asumir papeles sumisos bajo la amenaza de violencia. Esta hipótesis viene con la suposición de que desde que el hombre es hombre, la sociedad siempre ha sido patriarcal.
Examinando este argumento al fondo, encuentro varios agujeros. Para empezar, aunque es cierto que la mayoría de los hombres son más fuertes que la mayoría de las mujeres, la relación no es absoluta. Algunas mujeres son más fuertes que algunos hombres. Si la sociedad humana en el estado más primitivo estuviera dirigida por la ley del más bruto, los que dominan cualquier sociedad deberían ser los hombres y mujeres más forzudos. Sin embargo, desde la antigüedad, la mayoría de las personas que lideran tribus, ciudades y países no suelen ser los hombres físicamente más fuertes, sino los que poseen las mejores habilidades sociales a la hora de forjar alianzas, conexiones y redes de influencia.
¿Son las mujeres menos dotadas en esas habilidades sociales? No hay ningún indicio.
Hipótesis 2: los hombres controlaban los alimentos
Esta también es una hipótesis muy popular, argumentando que durante el paleolítico, los hombres eran los que cazaban y traían la comida a la tribu mientras las mujeres cuidaban a los niños. Y como ganadores del pan, se hicieron con el poder de mando.
Sin embargo, la idea de que «los hombres cazaban y las mujeres cuidaban los niños» no tiene ningún fundamento científico. Para empezar, dependiendo de donde vivían, los paleolíticos adquirían sus alimentos no solo de la caza de animales grandes como mamuts y bisontes, sino también de recoger plantas, frutas, cereales y de atrapar animales pequeños, actividades que participaban tanto hombres como mujeres. Examinando la vida de los pueblos cazadores-recolectores contemporáneos, como los bosquimanos de Sudáfrica, los aetas de filipinas y los hazdas de Tanzania, las mujeres participan en la caza mayor y adquieren al menos la mitad de los alimentos de la tribu. El cuidado de los niños suele ser una responsabilidad comunal, compartida entre madres, padres, tíos, abuelos y hermanos mayores.
Hipótesis 3: un legado de la tradición guerrera
Esta hipótesis surge a raíz de la observación de en que la gran mayoría de pueblos cazadores-recolectores, la relación entre los sexos suele ser bastante igualitaria, así que el patriarcado debía haberse convertido en norma después del invento de la agricultura, notablemente durante la edad de bronce y de hierro, cuando los conflictos violentos entre distintos pueblos por disputas de tierra, ganado y esclavos se volvieron cada vez más frecuentes.
En muchos pueblos surgió una élite guerrera, hombres que dominaban el arte de la espada, lanza y jabalina, que protegían a las tierras de los campesinos y el ganado de los pastores. Tanto entre los celtas de Europa central, los vikingos de Escandinavia como en las antiguas sociedades feudales en la India y Japón, los guerreros ocupaban un estatus social más alto que los campesinos y eran los únicos que podían participar en las decisiones políticas. Como los hombres tienen más testosterona que les hacen más agresivos en la lucha cuerpo-a-cuerpo, la mayoría de los guerreros eran varones. Y cuando la casta guerrera llegó a dominar la mayoría de las sociedades, el patriarcado también echó sus raíces.
Este argumento puede tener su lógica, pero si la tradición guerrera estuviera directamente ligado al patriarcado, los pueblos más guerreros también deberían ser los más machistas, pero la situación no es así. En algunos pueblos de tradición muy bélica, como los escitas y sármatas de Asia Central y los sasánidas de Persia, las mujeres también acudían al campo de batalla y de ahí surgió la leyenda de las amazonas. En la política, las mujeres también jugaban un papel crucial en la toma de decisiones, mucho más que en algunas culturas más pacíficas, como los egipcios y babilonios.
En el imperio chino, desde hace más de 2000 años ya se implantó una clara separación de las funciones militares y administrativas, poniendo los militares bajo las órdenes de los mandarines. Desde entonces, la mayoría de los soldados, hasta los guerreros de élite, solían ser reclutados entre los ciudadanos más humildes y no disfrutaban de un estatus social destacado. La casta dominante constaba de funcionarios que habían aprobado oposiciones, cuya mayoría era gente de letras que nunca habían cogido una lanza en su vida. Sin embargo, durante 2000 años, la inmensa mayoría de los funcionarios eran varones.
¿Son las mujeres menos capacitadas para estudiar historia, geografía, derecho, ciencias y filosofía?
Hipótesis 4: la presión de la natalidad vs la división de trabajo
Esta última hipótesis surge a raíz de la observación de que durante la mayor parte de la historia, la mortalidad infantil era altísima, y como muchos niños murieron antes de llegar a la edad de reproducción, las mujeres tenían que tener un elevado número de niños para mantener la población estable. Como ellas son las que físicamente dan a luz y amamantan a los críos, al pasar tantos años entre embarazos, partos y lactancias, tendrían menos tiempo para realizar trabajos que requerían la dedicación de mucho tiempo y esfuerzo, como dirigir un gran negocio, mandar un ejército o gestionar los impuestos y distribuir los recursos. Poco a poco, todos aquellos puestos acabaron asumidos por varones.
Es decir, el sexismo surgió al raíz de la división de trabajo, a medida que la organización social se volvió más complejo. Esta hipótesis coincide con la tendencia de que los pueblos cazadores-recolectores suelen ser más sexualmente igualitarios (menos división de trabajo) mientras la mayoría de las sociedades agrícolas y ganaderas son bastante más machistas. Por supuesto, la transición ocurrió de forma gradual, a través de siglos y milenios, porque en las primeras civilizaciones neolíticas, como Catalhoyuk en Turquía y Cucuteni en Rumanía, la distinción de estatus por género brillaba por su ausencia.
Sin embargo, la hipótesis no explica por qué en algunos pueblos de tradición más patriarcal, el trabajo que realizan las mujeres son irónicamente los físicamente más duros, como caminar varios kilómetros cada mañana para coger el agua, y no descansan aún estando embarazadas. Si pudieran compaginar la maternidad con trabajos tan duros, ¿por qué no la pueden compaginar con un trabajo físicamente mucho menos exigente, como administrar, mandar y dirigir?
¿El fin del patriarcado?
Desde hace un siglo y medio, debido a la medicina moderna que redujo la mortalidad infantil, las mujeres ya no tienen que tener más de 5 hijos para evitar un colapso demográfico. Este fenómeno, combinado con el invento de contraceptivos, liberó aún más a las mujeres del papel de «madre por obligación». Disponiendo de más tiempo y energía, ellas se han dedicado a estudiar, trabajar y a luchar por sus derechos, hasta llegar a integrarse en casi todos los ámbitos que hace apenas un siglo era de dominio masculino. A día de hoy, la mayoría de las sociedades del mundo siguen siendo dominadas por hombres, pero los avances realizados durante el último siglo han sido impresionantes.
Lo que se ha demostrado es que las mujeres son igual de capacitadas para realizar todas las profesiones, cargos y responsabilidades que durante siglos eran reservados solamente por hombres.
Si esta tendencia continuase, ¿dentro de un par de generaciones el patriarcado ya se habrá convertido en historia?
Todavía es pronto para llegar a esta conclusión, pero por mi gusto personal, me gustaría ver que algún día en un futuro no tan lejano, la equidad de género se convirtiera en la norma de la gran mayoría de las sociedades humanas, pero eso no sería sólo el trabajo de las mujeres, sino de ambos sexos en conjunto.