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Islam en China: «Hui» vs «Uigur»

24 Feb

De los más de 1400 millones de personas que viven en China, 20-30 millones practican el Islam, aunque constituyen menos de 2% de la población nacional, son más habitantes que la población entera de algunos países árabes, como Túnez, Jordania o Siria. La inmensa mayoría de musulmanes chinos se adhieren a la rama suní, pero étnicamente y culturalmente, pertenecen a varias poblaciones muy diferenciables. Las dos principales son los «hui» (回族) y los «uigures» (維吾爾族).

Los hui 回族

Se estima que más de 11 millones de musulmanes chinos son de la etnia «hui». Viven en comunidades dispersas por todo el país, pero con mayor concentración en el noroeste, y las provincias de Henan (河南) en la parte central y Yunnan (雲南) en el suroeste. La región de Ningxia (寧夏), situada en la parte superior del Río Amarillo, es oficialmente designada la «comunidad autónoma de los hui», donde cerca de 40% de su población pertenece a esta etnia.

El origen de los «hui» probablemente se remonta a la edad media, entre los siglos X y XIV d.c., cuando varias oleadas de inmigrantes árabes, persas y sodianos se instalaron en China a través de la Ruta de la Seda. La mayoría eran mercaderes y artesanos, aunque durante la dinastía Yuan (siglo XIII-XIV), los mongoles invitaron a miles de colonos del Oriente Medio a asentarse en las regiones del norte de China despobladas por guerras y masacres. Debido a que la gran mayoría de los inmigrantes eran varones, se casaron con mujeres chinas. Muchos chinos que se asentaron en las comunidades árabes, iraníes y túrquicas también se convirtieron a la religión islámica. Después de varias generaciones de mestizaje, surgió una nueva identidad cultural.

A día de hoy, los «hui» tienden a parecerse físicamente al resto de los chinos (quizás los hombres un poco más peludos), tienen nombres y apellidos chinos, hablan como lengua materna el chino mandarín, pero practican el Islam. Los hombres suelen llevar una gorra blanca. Algunas mujeres también. Otras cubren el cabello con un velo largo. En comparación con el Oriente Medio, no se observa una separación de sexos tan estricto, y las mujeres pueden ejercerse de imanes en algunas congregaciones.

A pesar de varios disturbios interétnicos entre los «hui» y «han» (la etnia mayoritaria en China) durante el siglo XIX en que ambos bandos cometieron masacres indiscriminados (como la revuelta de Dungan de 1862-77), a día de hoy, los «hui» son en general bien aceptados en la sociedad china y gozan de un estatus socioeconómico similar al resto de la población. Los barrios «hui» de varias ciudades, como Xi ‘An (西安) y Yinchuan (銀川), son populares atracciones turísticas. Sin embargo, matrimonios mixtos entre «hui» y «han» son muy escasos.

Durante los últimas décadas, en general, los «hui» se han vuelto más religiosos. Se estima que hay doble la cantidad de mezquitas en la actualidad que en los 50, y cada vez mayor porcentaje de mujeres llevan el velo. Esta tendencia va en contra de la política del estado de Xi Jinping, que pretende asimilar a todas las minorías étnicas a la identidad «han». Por eso, durante los últimos años muchos «hui» han percibido una creciente intolerancia por parte de las autoridades.

Los «hui» que huyeron de China durante los disturbios de siglo XIX fundaron comunidades en Kazajistán y Kirguistán, cuyos descendientes son conocidos como los «dungan», y son embajadores de la cultura china en el corazón de Asia Central.

Los uigures 維吾爾族

Hay 13 millones de uigures en China. Su historia se remonta al siglo VIII, cuando docenas de tribus nómadas de origen túrquico fundaron el kanato uigur en Mongolia y Turkestán. Después del colapso del kanato en el siglo IX, las tribus uigures se asentaron en la Cuenca de Tarim y la depresión de Turfan, donde fundaron una próspera civilización en los oasis del desierto Takla Makan, gobernada entre varios reinos y ciudades. Al principio adoptaron el budismo, pero desde el siglo XII, algunas poblaciones se convirtieron al Islam suní. A principios de siglo XVI, prácticamente todos los uigures eran musulmanes.

En el siglo XVIII, los chinos, bajo la dinastía Qing, conquistaron la Cuenca de Tarim e incorporaron a toda la población uigur al territorio del imperio, estableciendo la provincia de Xinjiang (新疆) y la ciudad de Urumqi como su capital. Sin embargo, la administración colonial interfirieron poco en la vida de los uigures, que conservaron sus costumbres, lengua e instituciones religiosas con la misma autonomía que cuando eran estados independientes.

Durante las primeras décadas del siglo XX, con el poder central chino debilitado por la revolución republicana y las guerras internas y externas, los uigures proclamaron la independencia, fundando estados como «La República del Turkestán Oriental». No fue hasta después de la revolución comunista en 1949 que el gobierno chino volvió a ejercer control sobre la región, convirtiendo Xinjiang en la «Región autónoma de los uigures».

A día de hoy, la inmensa mayoría de los uigures siguen viviendo en la Cuenca de Tarim y en Urumqi. Étnicamente, culturalmente y lingüísticamente, comparten mucho más lazos con otros pueblos túrquicos de Asia Central, como los kazajos, kirguizos, uzbekos, turcomanos, azeris y los mismos turcos, que con la población china «han». Herederos de una de las civilizaciones más avanzadas de la ruta de la seda, tienen su propia literatura, cuentos folclóricos, música, arte, danza y gastronomía. En apariencia externa, muchos uigures tienen una mezcla de rasgos occidentales y orientales, y van con nombres árabes.

Debido a sus rasgos y comportamientos visiblemente diferente a los «han», junto a los tibetanos, sufren discriminación en el mercado de empleo y el mundo empresarial, que ha fomentado un creciente sentimiento de malestar.

Relaciones entre uigur y hui

A pesar de compartir la misma religión, la situación de los uigures y los hui son bien distintas. Los primeros pertenecen a la cultura túrquica, y se puede considerar una nación, porque históricamente han habitado un territorio durante más de un milenio, que ha pasado a ser una colonia del imperialismo chino durante los últimos 200 años. Los segundos son un grupo étnico fruto de la inmigración y mestizaje, integrado dentro de la sociedad china, que nunca tuvo el concepto de nación propia.

Desde siglo XIX, durante las múltiples intervenciones militares chinas en Xinjiang para sofocar a las rebeliones uigures, muchos soldados eran de la etnia «hui», que cometieron abusos a la población nativa y, como una fuerza de ocupación, disfrutaron de mayores privilegios sociales y políticos. Muchos de sus descendientes siguen residiendo en Xinjiang, pero en comunidades separadas de los uigures, a tal punto que los dos atienden a mezquitas distintas y raras veces se casan entre sí.

El independentismo uigur y la represión del gobierno chino

El nacionalismo uigur ha existido desde la dinastía Qing, pero desde los años 90 se ha intensificado por varios motivos. Por un lado, tras el colapso del URSS, muchas naciones túrquicas de Asia Central han ganado la independencia, como Kazajistán, Kirguistán, Uzbekistán y Turkmenistán, y los uigures, que comparten las mismas raíces étnicas, no quieren quedarse atrás. Por otro lado, el desarrollo económico de China ha instalado muchas industrias de producción y extracción de minerales en Xinjiang, que han enriquecido a los empresarios y trabajadores de etnia «han», pero repercutido poco en el bienestar de los uigures. Con la inmigración masiva de «han» a Xinjiang, seducida por oportunidades económicas denegadas a los nativos, muchos uigures se sienten ciudadanos de segunda en su propio hogar, que pronto se convertirían también en minoría demográfica. Por último, la proliferación del radicalismo islámico ha alimentado el sentimiento independentista para fundar una república islámica.

En algunas ocasiones los independentistas uigures han protagonizado violentos disturbios, como los de Urumqi en 2009, pero desde 11-S de 2001, el gobierno chino ha detenido y encarcelado a nacionalistas uigures bajo la excusa de la guerra contra el terrorismo islámico, a pesar de que muchos detenidos no tienen ningún vínculo con el yihadismo, o ni siquiera son religiosos.

A partir de 2014, el control a la población uigur se ha intensificado, con la policía china no solo deteniendo a independentistas, sino a cualquier activista dedicado a la conservación de la cultura e identidad uigur, o individuos demasiados religiosos, entre ellos profesores, periodistas, artistas, imanes, estudiantes y empresarios. Se estima que hay un millón (de un total de 13 millones) de uigures encarcelados en «campos de reeducación», dedicados a «des-islamizar» a los internos, obligándolos a hablar en chino mandarín y abandonar sus costumbres. Mientras tanto, sus hijos son enviados para criarse con familias de etnia «han», con el fin de hacerles olvidarse de su herencia cultural uigur.

La comunidad internacional ya está tomando sanciones contra China por tales abusos. Algunos lo califican de «genocidio». El gobierno chino lo niega, alegando que la población total de uigures ha crecido a mayor ritmo que los han a nivel nacional. En mi opinión personal, sin duda, en Xinjiang se está cometiendo una violación muy seria de derechos humanos, un ejercicio extremo de discriminación, persecución y represión a un pueblo sometido, y un intento de exterminación de una identidad cultural milenaria, pero «genocidio» quizás no es la palabra más adecuada, porque implica asesinatos indiscriminados en masa. Y al fin y al cabo, el gobierno chino no ha cometido ejecuciones sumarias a los uigures, en el mismo sentido que los nazis hicieron a los judíos, los otomanos a los armenios, los serbios a los musulmanes bosnios, los hutus a los tutsis, o más recientemente, el gobierno de Myanmar hacia la minoría rohingya.

Precisamente porque genocidios siguen ocurriendo en el mundo actual, es importante no banalizar la palabra para describir cualquier represión o persecución étnica, y usarlo solo en contextos muy concretos.

Campo de reeducación de uigures